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T/N es una demonio, pero también perteneciente a los Pecados Capitales. Es una chica muy buscada por todos, ya sean su mismo equipo, LOS MANDAMIENTOS, LAS DIOSAS, y LOS CABALLEROS SAGRADOS, pues algunos la consideran un...
Bien. Habían llegado a aquel bosque. No era un bosque que se encontraba dentro de su mapa. Es decir, desviarse el camino para ir a un bosque al que desconocen por completo. Habían sido guiados por Merlín, por lo que no tenían conocimiento de aquel lugar.
"Es un bosque especial"
Esas fueron las únicas palabras que soltó la del pecado de la Gula cuando Diana, Ban y King le preguntaron a donde iban.
Por otro lado estaba aquella pelinegra que se encontraba en la ventana de su habitación. Sentada en el marco de esta mientras veía la vista antes de bajar y encontrarse con los demás. Le aterraba...no. No le aterreba. Es más temor lo que tiene. El no saber que es lo que le está pasando o el hecho de que desconoce por completo cierto lado de su vida, le da algo de temor porque algo mal pueda salir. Que debido a esto, los demás sientan una carga o responsabilidad que no merecen llevar. No quería eso. Claro que no. Así que pase lo que tenga que pasar, sea bueno o malo, lo asumirá sin dejarles una carga al resto. Esa era su decisión y la afirmó aún más al verlos ahí, esperando afuera, con el sol saliendo aquella mañana.
—Entonces enana—habló aquel albino captando la atención y miradas del resto—¿estás lista?—preguntó—no se que demonios es lo que hará King, pero sea lo que sea...que sea rápido—pidió
No es que no le interesaba. La ojigris conocía los sentimientos detrás de esa petición. Aunque pida aceleración en el proceso, si se preocupa, pero a su manera. No lo demuestra. No es abierto en cuanto a sentimientos. Ella sabe. Pero si alguien lo conoce lo demasiado, entonces logrará identificar lo oculto detrás de sus palabras.
Aunque claro, aquellas palabras si molestaron a algunos. Como Diana y King quien no dudaron en gritar su nombre para seguido recibir un golpe por parte de la castaña.
—Bueno...¿cuándo iniciamos?
—Es tu pasado el que vamos a sacar a la luz—habló Merlín—debes ser tu quien tome esa decisión
La pelinegra, solo suspiró con algo de molestia y frustación.
—Bien, entonces...andando—ordenó finalmente mientras se colocaba a lado de King, quien se encontraba levitando
Merlín los encaminó hasta llegar a una laguna. Tan resplandeciente, como si fuese un mismísimo cristal en tal forma. Todo era pacífico, rodeado de algunas rosas blancas y celestes, con unas que otros pétalos esparcidos por el mismo aire en todo el espacio. Era una magnífica vista y una hermoso lugar.
—Esto es muy romantico—se quejó aquel chico de ojos cánidos
—Es muy bonito—chilló la de ojos morados que se encontraba con su forma normal—Muy hermoso—siguió, consiguiendo una mirada de desagrado de Ban
—Bien, este es el lugar—anunció la ojos avellanas
Algo que solo hizo alterar los nervios del hada, quien descendió junto a Chatiefol mientras se acercaba a la hechicera para iniciar con su réplica antes de iniciar. Aunque claro, la femenina solo se limitó a decir que todo saldrá bien. Cosa que no lo tranquilizó si no que lo responsabilizó más de la situación, o al menos, así lo entendió el de ojos color miel.
Merlín por su lado, solo buscaba como alguna llave o sello para poder abrir e inciar con el proceso. Ella tenía una idea del proceso. Sería hacer que sobresalga del lago un altar en el que se supone debe colocarse la pelinegra que lleva el pecado de la desesperación; se encargaría de dormirla y King, debía encargarse del resto.
Y efectivamente, eso pasó. Encontró una pequeña abertura que tenía la forma de una media luna, y colocó dentro de esta una piedra de cristal con la misma forma haciendo que del lago empieze a surgir un altar de color blanco.
Rápidamente, los chicos se acercaron alarmados hacia el lago hasta que vieron aquel altar.
—Debes entrar al lago y acostarte en el altar—indicó la hechicera mientras se colocaba detrás de ella
La ojigris por su lado, se acercó levitando en su tesoro sagrado y se acostó tal y como le indicó Merlín.
—¿Me vas a ofrecer de sacrificio a lo que sea que estamos invocando?—preguntó con ironía la pelinegra una vez ya acostada y con los ojos
—No, a menos que sea eso lo que desees—respondión en sintonía
Y sin decir más la durmió. Tan pacífica y tranquila que se veía la muchacha. Pidió entonces a King que iniciara. Indicandole que es lo que debía hacer. Aunque claro, el castaño se negaba y luego intentaba. Los demás solo tomaron asiento o decidieron acostarse en el césped al ver fracaso tras fracaso del hada.
Elizabeth por su lado, empezaba a tener un sentimiento de vacío y culpa. Un sentimiento que cada minuto que pasaba se intensificaba. Desconocía la razón y eso la mantenía distraída un poco de lo que pasaba a su alrededor.
Fueron como trece intentos los de King, con ello sumado los gritos desesperados de Ban, los ánimos que le brindaba Diana, las pequeñas discusiones entre el castaño y el albino hasta que fuen entonces en el décimooctavo intento que lo logró.
El agua empezó a elevarse, junto a ello escuchándose gritos desgarradores, llantos, pedidos de auxilio; cosa que hizo que el resto se acercara hasta cierto punto manteniendo la distancia del lago. El agua por su parte, empezó a girar de manera violenta iniciando un remolino.
Meliodas tomó con fuerza de la cintura a Elizabeth, mientras que los demás trataban de mantenerse a pie como podían, a excepción de Merlín y King, quien se encontraban dentro con (Tn), a quienes no les afectaba mucho.
—¡Eh! ¡Merlín!—gritó Ban sin poder verlos—¡¿Se supone que esto debe pasar?!
—¡Merlín! ¡¿Está todo bien?!—gritó el rubio—¡¿TN está bien?!
Y como si eso hubise sido la palabra clave, todo se detuvo. El agua que empezaba a hostigar con los ruidos que emitía, se quedó suspendido en el aire. Y entonces se escucharon pequeñas voces provinientes del agua.
"¡La princesa! ¡Es la princesa!"
"¿Será posible?"
"¡La princesa ha regresado!"
Los gritos que emitían esas voces referian a una princesa. Claro, todos asociaron que aclamaban por Elizabeth. La princesa Elizabeth, por lo que de inmediato se acercaron a la albina para protejerla. Lo que no contaban, era que ellos aclamaban por la pelinegra, y no reaccionaron hasta que alguien mencionó algo, dejándolos pasmados.
"El caballero Jellal cumplió su promesa. La ha traído de vuelta."
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