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Quackity estaba a nada de llorar aquello era una tarea difícil para el, no podía, no, no quería hacerlo y Tilín, bueno ella reía le parecía gracioso como su padre iba y venia a ella, y bueno, para ella, el jugaba pero para el joven, era un sufrimi...

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Quackity estaba a nada de llorar aquello era una tarea difícil para el, no podía, no, no quería hacerlo y Tilín, bueno ella reía le parecía gracioso como su padre iba y venia a ella, y bueno, para ella, el jugaba pero para el joven, era un sufrimiento y aunque Roier ya le había enseñado a como hacerlo le seguía dando un poco de miedo, no podía, no quería cambiarle el pañal a su hija y ni mucho menos la ropa, sentía que en un pequeño instante la podría lastimar si se distraía por un instante.

—Vamos Quackity, tu eres un chingon, puedes hacerlo— se dio ánimos así mismo, mientras se veía a el espejo— has hecho cosas mas difíciles, yo puedo- miro aquel pañal que tenia en la mano. Camino a su hija, suspirando, cuando estuvo enfrente de ella, la miro, ella estaba riendo, era una hermosa sonrisa sin dientes como todo bebé. Tilín se rio de nuevo. Tomo aquellas toallitas húmedas, destapándolas con tranquilidad— Bueno que es lo peor que podría pasar—




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Si le preguntarás a Quackity sobre su buena suerte, el simplemente se reiría y se irá llorando dramáticamente a alguna parte lejos de ti. Si, la mala suerte y el eran muy buenos amigos. Un pañal en el suelo, un bebe llorando y una cama mojada era lo que aquel chico tenia ahora, la desesperación había consumido su cuerpo y no sabia que hacer, hace un rato que intentaba ponerle bien aquel pañal a su hija pero por alguna razón no podía

—Ya, Ya, Tilín, ya te voy a poner tu pañal— antes de que pudiera hacer algo, el toque de la puerta de su casa se escuchaba, Quackity no tuvo mas opción que tomar a su hija en brazos— Bueno creo que tocara bañarnos— suspiro, caminando a la puerta mientras con la mantita, que había tomado segundos antes, tapaba a su hija— Mira vamos a ver quien es— la miro, acariciando su pequeña y regordeta mejilla, tratando de calmarla.

Abrió la puerta.

—Hola— saludo con una sonrisa, agitando su mano con entusiasmo

—mmm, Hola— lo miro con pocos ánimos— ¿Qué pasa?— pregunto con algo de incomodidad meciendo a su hija, quién se restregaba sus ojitos con torpeza

—Oh nada, solo pasaba por aquí— se rasco la nuca con algo de nerviosismo, evadiendo un poco la mirada del menor— Pues oí el llanto de un bebe y quería saber que pasaba, je— lo miro — ¿Necesitas ayuda en algo?— su mirada paso aquella bebe que hipaba, restregando su carita en el pecho del menor

—Ah pu-pues- yo mmm...— y aunque Quackity no quisiera aceptar la ayuda de aquel, sabia que en este caso si lo necesitaba y mucho— si, pasa...— mientras se hacia a un lado, limpiaba con cuidado los pequeños ojitos de su hija— yo... perdona el desastre—

—No te preocupes, Quackity, entiendo- le sonrió- ¿puedo cargarla?—

—Ah si, claro, Luzu— se acerco a el, pasando a su hija a los brazos del otro— Ya vuelvo— los nervios en aquel chico eran evidentes pero Luzu no lo había notado

Dull EyesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora