monólogo 7

4 1 0
                                    


Año 18: La firma de la paz; un tratado para el rencor

Mujer 1 - Mañana es un día memorable... mañana termina la guerra... y no estoy feliz... nadie volverá a ser feliz... Mi esposo peleó hasta la muerte para que esta nación fuera grande, para que el registro histórico dijera que mi marido fue todo un héroe, convirtiendo su sangre derramada un objeto fundamental para el crecimiento de la nueva nación.

Mujer 1 - Dentro del búnker, asustada y preocupada a las 24 horas, sentía esperanza de que por la escotilla entrara mi esposo y me dijera "Amor... todo ha terminado, volvamos a casa" pero unos soldados entraron y me dieron la noticia que habíamos perdido la guerra... que nos replegamos a nuestro país de origen, porque los países que ¡Mi marido! Consiguió con esfuerzo, sería entregado a los antiguos dueños... como si esta guerra no hubiera pasado... luego entro otro hombre vestido de negro y me dijo "Su esposo ha muerto... lo lamento". No... no acepto este repugnante hecho... ¡Los turquesa's pueden irse al infierno!

Mujer 2 – Te comprendo, mi hijo fue obligado a ir a la guerra, sólo tenía 17 años... no alcanzó a despedirse de mí... su único familiar. Todas las noches oraba por él, lloraba por él... cuando me enteré por la gaceta... que mi bebe... había muerto en un campo de minas... desde entonces ya no quiero vivir.

Mujer 3 – También es mi caso mujer... Mi hijo... el mayor, lo obligaron a listarse, tenía todo un futuro por delante, había estudiado literatura... quería ser escritor... Quería escribir mi historia, de cómo conocí a su padre... pero llegó el día en que los obligaron a alistarse, finalizando su graduación... un año después de su reclutamiento.

Mujer 3 – Me llego una carta devastadora (llorando) que decía: Lamentamos informarle, señora ¨Obtusángulo¨ que el día de ayer, su hijo ha sido fusilado por traición, dando información confidencial al enemigo. Caí desmayada, al despertar solo quería morir; es un sentimiento que no se ha ido. Ahora que mi hijo murió por una guerra en la que nunca se logró ni una sola victoria... me hace sentirme impotente... no sé qué me ampara.

(En un lugar de la ciudad, 2 políticos y 2 sacerdotes agrupados en una fogata.)

Sacerdote 1 – Tan pronto llegaron las malas a la frontera, el grupo sacerdotal de las congregaciones del sur, y unas congregaciones del este, nos preocupamos. Los hemos citado para saber qué es lo que vamos a hacer. La guerra terminará mañana, mucho trabajo para nosotros, tantos soldados que llegan sin la cabeza pegada a los hombros, y mucha mujer molestas por los hijos y esposos muertos; les pedimos por favor que mañana lleven a sus hombres sanos, para que evitan cualquier confrontación a las santas puertas de la santísima casa de nuestro señor.

Sacerdote 2 – Así es, en la guerra pasada hubo botines y graves protestas en la iglesia, así que en el nombre del dios altísimo, ustedes tienen todo derecho de llegar a la casa de nuestro padre celestial con armas, así todos estarán sosegados y escucharan el sermón tranquilamente.

Juez – Ustedes tranquilos, que eso ya se ha hablado. Precisamente ayer, mientras comía en la casa del presidente, un general de brigada comentó sobre el fin de la guerra y cómo demonios lo perdimos; Al terminar de decir los hechos, propuso dos cosas, primero obligar al pueblo conservar la calma, y eso se logra nada más con armas. Segundo, conseguir de nuevo lo que nos quitaron.

Sacerdote 1 - ¿Qué... cosa? Diputado – Los países que conquistamos... no por un estúpido papel nos detendremos y olvidaremos lo que nos quitaron... Lila es y debe ser la potencia mundial. Juez – por nuestra parte, padre, les daremos toda protección y las armas que necesiten para sostener a sus feligreses, pero por su parte ustedes incitaran a ellos estar inconformes con el resultado de la guerra, esto ayudará a que en la próxima guerra tengan más furia y pelen con más de un propósito.

(En un hospital que está en medio del centro de la ciudad)

Cirujano – Esto no es obra de humano, estas mutilaciones son diabólicas, los turquesa's no son humanos... ¿Cómo se nos ocurrió hacernos enemigos de personas tan sádicas? En toda mi carrera he visto cosas espantosas y nunca me había perturbado... pero viendo a este joven... me hace arrepentirme por haber tomado esta carrera.

Enfermera – Lo sé doctor... sin piernas... sin brazos... y sin rostro ¿Cómo se puede vivir sin los sentidos? Cirujano – Es un estado de en coma consciente. Enfermera - ¿Coma consciente?

Cirujano – El chico está despierto... consciente... pero no oye, no puede moverse, y no puede hablar... pero sí que puede pensar, y seguro se pregunta en dónde se encuentra, si está soñando o es el infierno.

Enfermera – Malditos turquesa's nunca debimos haberles abierto las puertas de nuestro país.

Cirujano – Nada tiene caso ya... todos los que lleguen morirán... ¡Quiero salvar vidas! No solo evitar el dolor de su despedida, ¿de qué sirve haberme dedicado a esta profesión si no ayudo a los hombres que pelean por mi país? Esto me da rabia... la única vida que puede sobrevivir y que está en mis manos... tendré que sugerir a sus padres que acepten la eutanasia. 

Enfermera – Hablaré a los padres. 

Cirujano – Malditos turquesa's... a la próxima guerra yo me alisto y juro que pagarán por todo lo que hicieron.

La falsa cara de guerra #PGP2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora