Vecino
Camille. Ella era una chica rebelde, tenía muchos problemas en casa y siempre buscaba sacarlos en las adicciones y en fiestas.
Max. El era un chico de casa, nada problemático y responsable. Y casualmente, el era su nuevo vecino.
Salió de su casa después de todo un día desempacando. Viendo el vecindario, Hasta que la vio a ella. Fumando en el porche de su casa. Sola.
-Que ves?.- dijo ella dándole la última calada a su cigarro
-Eh...nada.- dijo, intentando no ser obvio que la estaba mirando. Ella era hermosa, no podía quitar su mirada de ella.
Era tan perfecta.
-Quieres?.- Dijo ella extendiéndole el cigarro, pero este negó rápidamente
-Ah, estoy bien. No fumo.- dijo, ligeramente avergonzado de lo rápida que fue su negada.
Él la miraba, nervioso incluso. Sus ojos se dirigían a ella y a la manera en que su cigarrillo estaba entre sus deliciosos labios.
-Eres el nuevo vecino no?
-Ah, si...acabo de mudarme.- dijo, rascándose la nuca, nervioso.
No podía dejar de mirarla, no podía dejar de pensar en lo hermosa que era, incluso con un cigarrillo en la boca.
Se puso de pie y caminó hacia el, tirando la colilla del cigarro.
-Camille.- dijo ella
-Yo..yo, uh, soy Max
Ella era aún más preciosa de cerca, podía ver los pequeños hoyuelos en sus mejillas, podía ver sus ojos mejor... ella olía a cigarros, pero aún así era adictiva.
-Max..
Él se estremeció cuando ella pronunció su nombre, y tragó saliva.
-Si.-respondió. Se mordió el labio, intentaba no mirarla, pero ella era muy hermosa e incluso algo seductora.
-Bien..Max.- dijo ella -No vuelvas a mirarme fumar si?-dijo ella, ladeando una sonrisa
-Ah....-dijo, avergonzado de que lo atraparan mirándola, lo que significaba que ella notó que la estaba admirando... incluso lo suficiente como para verlo de reojo.-No lo haré.- mintió, ya que incluso él estaba seguro de que la volvería a mirar.
-Buenas noches.-dijo ella caminando hacia su casa
-Buenas noches..-dijo él, sin apartar la vista de su figura desapareciéndose en su casa.
Una vez ella estaba dentro, él se dio un golpe en la cabeza.
-Dios, imbécil.- se dijo a sí mismo.
Él siguió afuera unos momentos más, tratando de sacarse a ella de la mente. No podía simplemente dejarla allí... ella lo atraía como un imán.
Pero él era un chico decente... ¿verdad?