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Durante los dos días siguientes, Hao había tenido más sexo de lo que pensaba que su cuerpo podía soportar. Estaba tan adolorido que sentarse dolía. También se estaba volviendo loco por estar encerrado. Hao estaba acostumbrado a estar en movimiento, trabajando, no permaneciendo inactivo durante mucho tiempo.

Él sólo podía disfrutar de la vista a través de las ventanas durante tanto tiempo, antes de que se volviera loco. Pero, afortunadamente la sensación de quemarse finalmente lo había dejado.

Ahora Hao se sentó incómodamente en una de las sillas de la cocina mientras Hanbin preparaba el desayuno. Verlo moverse usando nada más que bóxers ajustados no era un problema. Aunque Hao ya no estaba fuera de su mente por la lujuria, aún apreciaba la vista sexy.

—¿Así que hibernas?

Hanbin lo miró por encima de su hombro. —No soy un oso salvaje.

—¿Eso es un no?

—Sí, eso es un no.

—¿Coges peces en el lago con la boca? —Hao había visto suficientes documentales y tenía curiosidad por saber la diferencia entre los shifter y los osos salvajes. Si ahora estaba con Hanbin, entonces necesitaba aprender todo lo que pudiera sobre su situación.

Hao se sorprendió de lo rápido que había aceptado el hecho de que Hanbin era para él. Todavía estaba asustado, pero no tanto como cuando el idiota lo había sacado del camino.

A decir verdad, Hao no tenía a nadie y estaba cansado de vivir la vida solo. Realmente le gustaba Hanbin, incluso si el hombre tenía tendencias de hombre de las cavernas. Estaba bastante seguro de que una vez que llegaran a conocerse, las cosas entre ellos mejorarían.
O eso esperaba Hao.

—Yo uso una caña de pescar. — Hanbin colocó los panqueques que había hecho y los llevó a la mesa. Agarrando una gran botella de jarabe también.

—¿Vas a buscar miel? —

Hanbin frunció el ceño. —Sí, me gustan los dulces.

—¿Pero vas a buscar miel? —Hao cogió dos panqueques y los tiró a su plato.

—No, no busco colmenas. —Señaló la comida de Hao—. Ahora come, Cachorro.

El cariño crecía en Hao.

—¿Cómo puedes convertirte en un ser humano? —Hao empujo un bocado en su boca y sus ojos rodaron por los suaves y blandos que eran los panqueques. Hanbin era un infierno de cocinero y si continuaba alimentando a Hao así, pesaría trescientas libras en poco tiempo.

Hanbin tomó asiento y amontonó cinco panqueques en su plato, luego sirvió la mitad de la botella de jarabe sobre ellos. —No estoy seguro. Hay leyendas, pero con el paso del tiempo, esas leyendas ya no tienen tanta verdad.

—Pero tiene que haber algo de verdad para ellas, —dijo Hao.

—Haces muchas preguntas, — dijo Hanbin—. Trata de comer en su lugar.

Hao acabó con sus panqueques y dejó el tenedor a un lado. — ¿Ahora puedo hacer preguntas?

Hanbin soltó un largo suspiro. — ¿Qué quieres saber ahora?

—¿Todos los osos son tan gruñones como tú? —Hao se apoyó en una mejilla. Su culo realmente dolía—. Creo que he sido más que comprensivo. Podrías ser un poco más feliz y no sólo cuando me estás follando.

—Pero me gusta follarte.

—Y me gusta también, pero mantengámonos en el tema aquí. —Hao descansó su barbilla en su mano—. Ahora responde a mi pregunta.

Un oso en el camino | HaobinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora