Capitulo Único

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— Entonces, ¿Qué solución propones?

Kisaki Tetta oyó la pregunta formulada unos metros por delante de su posición más no llegó a conocer la respuesta, no porque no le interesara sino porque aquellas palabras habían servido como disparador de un recuerdo bastante lejano para su mente especialmente distraída aquel día.

Sentado detrás de su gran escritorio y rodeado de matones, Kisaki sabía perfectamente qué tipo de sentimientos despertaba su sola presencia en aquel lugar cuando era como mínimo extraño que participase de alguna reunión que no fuese decisiva para la organización. Detrás suyo, los grandes ventanales regalaban quizás una de las vistas más privilegiadas de la ciudad por la altura a la que se encontraban; sus ojos azules se desviaron de los sujetos delante suyo hacia los altos edificios que a esas horas de la noche ofrecían sólo una sombra tenebrosa debajo del cielo nublado, las luces de las habitaciones como único indicador de su presencia allí.

¿Tan tarde era que ni las luces del tráfico se veían? No, era por la altura. No podía ser que…

...que fuesen las dos de la madrugada. Sin proponérselo realmente, bufó demasiado alto molesto por el contratiempo y su descontento no pasó desapercibido. Como el silencio le molestaba incluso más que las discusiones banales, Kisaki se acomodó un tanto fastidiado en su asiento y apoyando ambos codos sobre la madera del escritorio, suspiró intentando controlarse.

¿Era posible que a esas alturas todavía los siguiese odiando a todos?

— Continúen.

Aquellos tipos que Kisaki no quería ver ni siquiera en las noticias necrológicas se quedaron en silencio, observándolo. Luego de varios segundos de una tensión palpable que casi hace bufar a Kisaki nuevamente, las neuronas parecieron reactivarse y la discusión se reanudó con renovadas ínfulas de agresividad, los tonos de voz cada vez más altos sin que Kisaki entendiese muy bien cuál era el verdadero problema de eliminar o no a cierta persona, de cerrar o no un trato menor con una empresa que no les generaba demasiado rédito económico…

Por eso y sabiendo que su silencio tampoco sería cuestionado, su mente le jugó quizás una mala pasada cuando por el rabillo del ojo vislumbró la silueta alta, demasiado alta de la persona que no se había movido de su lado en toda la noche, aún de pie por detrás del escritorio junto a él.

Con cierto hastío, suspiró y oyó como respuesta una risa queda, el aire saliendo en un murmullo corto y un tanto brusco.

— De qué te ríes.— Sus palabras surgieron en un susurro casi inaudible pero Kisaki sabía ya a esas alturas que no importaba el tono, aquel tipo iba a escucharlo de igual manera.

— De tu enojo. Es divertido.

— No, no lo es.

— Sí lo es.

— No me jodas, estoy demasiado cansado como para soportarte, Hanma.

Era cierto, Kisaki estaba agotado física pero por sobre todo, mentalmente...y supo en el instante en el que aquella frase fue pronunciada que había cometido un error en la elección de sus palabras. Él podía estar cansado para aquello, pero ¿Hanma?...jamás.

— ¿Muy cansado incluso para eso?

El tono condescendiente mezclado con la sorna lograron que Kisaki bufara mientras Hanma se inclinaba hacia él riendo por lo bajo. ¿Era posible que con 30 años aún tuviese mentalidad de mocoso…?

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