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𝙲𝚊𝚙𝚒𝚝𝚞𝚕𝚘 𝟸
Su tacto se sentía como fuego.
Una chispa ardiente que recorría mi piel, deslizándose como un río de lava imparable. Sus manos eran expertas, explorando cada centímetro con la precisión de alguien que sabía exactamente qué estaba haciendo. Sus dedos dejaban un rastro de calor que hacía que mi piel hormigueara, despertando cada nervio dormido.
Su aliento chocó contra mi oído, enviando un escalofrío que me hizo arquear la espalda de forma involuntaria.
No podía pensar.
Solo podía sentir.
—Se siente bien, ¿verdad? —murmuró con voz ronca, impregnada de un deseo palpable.
Asentí sin poder responder. Estaba completamente perdida en él, en la forma en que su cuerpo irradiaba calor, en la manera en que su proximidad me envolvía como una llama imposible de ignorar.
La fricción de sus dedos contra mis muslos encendió una chispa dentro de mí, un cosquilleo que se propagó por todo mi cuerpo, haciendo que mi respiración se volviera errática.
Un suspiro entrecortado escapó de mis labios cuando su mano subió un poco más, rozando peligrosamente la línea de lo prohibido.
—Sebastian… —su nombre escapó de mi boca en un murmullo, un suspiro que apenas era un eco de lo que realmente sentía.
Y entonces, todo desapareció.
Me desperté con un sobresalto, el corazón golpeando mi pecho como si quisiera escapar. Mi respiración estaba agitada y mi cuerpo cubierto por una fina capa de sudor.
Mierda.
Había sido un sueño.
Un maldito y jodido sueño.
Pasé una mano temblorosa por mi rostro, tratando de calmar el latido frenético en mis sienes. El cosquilleo en mi piel aún persistía, como si su tacto hubiera dejado una marca imborrable en mí.
¿Por qué mi subconsciente me estaba torturando así?
El fuerte aroma a comida me golpeó de repente, revolviéndome el estómago en un instante.
—Por favor dime que eso no es comida —murmuré con voz rasposa, enterrando la cara en la almohada, deseando volver a hundirme en la oscuridad.
—Lo siento, desperté con mucha hambre —respondió Anne con una sonrisa divertida.
—Voy a vomitar —amenacé, apretando los ojos cerrados mientras intentaba ignorar el nauseabundo olor que invadía la habitación.