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𝙲𝚊𝚙í𝚝𝚞𝚕𝚘 𝟷
Estaba sentada delante de mi laptop, actualizando una y otra vez mi casilla de correo electrónico con una mezcla de ansiedad y esperanza. Mis ojos escaneaban la pantalla, buscando desesperadamente esa tan anhelada respuesta al trabajo que había solicitado hace meses. El tiempo parecía haberse detenido desde que envié mi aplicación; ya habían transcurrido alrededor de cuatro largos meses y aún no tenía noticia alguna. Con cada día que pasaba, sentía cómo la incertidumbre se apoderaba de mí, alimentando mis inseguridades. Me estaba preparando mentalmente para el inevitable rechazo, convenciéndome a mí misma de que seguramente habían candidatas mucho más calificadas y experimentadas que yo.
—Ya deja de frustrarte con eso —se quejó Anne, mientras cerraba mi laptop. Su voz estaba teñida de una mezcla de exasperación y preocupación— Amiga, estamos en Mónaco, ¡por el amor de Dios! Estamos viviendo las vacaciones de nuestros sueños, rodeadas de lujo y belleza ¿Cómo puedes estar obsesionada con un correo electrónico? Olvídate del maldito trabajo por un momento y disfruta de una vez. No todos los días tenemos la oportunidad de estar en un lugar tan espectacular como este.
Solté un largo y profundo suspiro, dejando que el aire escapara lentamente de mis pulmones, como si con él pudiera expulsar toda la tensión acumulada. En el fondo de mi corazón, sabía que Anne tenía razón. Necesitaba dejar de lado esta obsesiva espera y aprovechar al máximo mis últimos días de vacaciones. La realidad era que no sabía cuándo podría volver a Mónaco; mi bolsillo no me permitía darme este tipo de lujos cada año. Cada momento aquí era precioso y único, y yo lo estaba desperdiciando preocupándome por algo que estaba fuera de mi control.
Anne, viendo mi expresión pensativa, decidió reforzar su argumento: —Estuvimos dos años trabajando sin parar, sin tomar vacaciones ni siquiera un mísero día libre, todo para poder darnos este gusto ¿Y ahora vas a desperdiciar todo ese esfuerzo quedándote encerrada en el hotel, con el trasero aplastado en la silla, esperando un correo que podría o no llegar? —Su tono se volvió más suave mientras tomaba mi laptop y la guardaba en uno de los cajones—. Ahora, vas a despegar tu trasero de esa silla, te vas a quitar ese pijama que llevas puesto desde hace horas, y te vas a arreglar para verte aún más hermosa de lo que ya eres. Porque hoy, mi querida Chiara, vamos a salir a alborotar Mónaco como nunca antes.
Una parte de mí quería resistirse, aferrarme a la comodidad de mi habitación de hotel y mi rutina. Pero Anne tenía razón, y en el fondo, yo lo sabía. No podía quedarme encerrada estando en un lugar tan maravilloso como Mónaco. Sería un desperdicio imperdonable de mis ahorros y de todo el trabajo duro que ambas habíamos realizado para llegar hasta aquí. Además ¿quién en su sano juicio se queda en el hotel estando en Mónaco?
Finalmente cedí y comencé a prepararme, con la constante intervención y ánimo de Anne, por supuesto. Me di una ducha relajante, dejando que el agua caliente relajara mis músculos tensos y aclarara mi mente. Luego, con cuidado, sequé mi cabello con la secadora, tomándome el tiempo para estilizarlo. Elegí un precioso vestido corto de satén negro con la espalda descubierta, una prenda que normalmente no me atrevería a usar. Anne se encargó del maquillaje, aplicándolo con más intensidad de lo que yo acostumbraba, resaltando mis rasgos de una manera que nunca antes había experimentado.
