El caído [Pt. 2]

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-¿QUÉ ES ES...? - la voz de Ted sacó a Elektra de la inconsciencia en la que se había sumido tras el golpe. Abrió los ojos y lo primero que se encontró fue el impasible rostro de Cristián a centímetros suyos, sosteniendo su rostro y tratando que despertara.

Elektra se incorporó y fijó la vista a su alrededor, el caos reinaba en el vestuario. Jeremy estaba tirado en el suelo, desmayado por la impresión, y aún con la nariz sangrante. El pequeño cuarto estaba totalmente roto. Las taquillas descuartizadas y con las marcas de garras del caído. Pero eso no podía saberlo Ted...

-Elektra, vete -. Ordenó Cristián con voz tan tenue, que apenas pudo oírla. Esta vez, no protestó. Estaba confusa, y quizá en otro momento le habría preguntado, ¿Por qué tú estás vivo? ¿Qué ha pasado?

Pero no ese momento. No con Ted allí.

Elektra se lavantó del todo.

-No le hagas daño -. Suplicó a Cristián, refiriéndose a Ted, que aún miraba todo con más confusión en sus ojos que Elektra.

-Vete, pajarillo -. Ordenó por última vez antes de acercarse a Ted, tápandole la visión de Elektra al camarero.

Sin más despedida, Elektra se escondió tras una de las pocas taquillas que seguían en pie.

La transformación la arropó como una manta, y sintió su libertad, tan grande como el mundo. Tan amplio como quisieran sus alas de pájaro.

Primero fueron sus hombros, que se cubrieron de plumas, y estas se comenzaron a extender por todo el cuerpo de Elektra, encogiéndolo. Las plumas pardas llegaron a su rostro, el cual quedó sepultado bajo ellas, y por último, sus ojos cambiaron. Ya no eran esos grises con una delgada línea que separaba el iris y la pupila. Ahora eran pequeños y negros completamente.

Ya en su cuerpo de pájaro, tan pequeño que pasaba desapercibido, salió por la ventana alta que daba iluminación artificial al vestuario, y elevó el vuelo, sobrevolando la ciudad checa.

Voló y voló. Su corazón de pájaro siempre sentía la libertad por encima de cualquier cosa. Pero el corazón de Elektra lloraba lo que no permitía que sus ojos derramasen. Es decir, ella había dejado de llorar hacía tiempo, pero su corazón seguía sufriendo por las perdidas que...

El pequeño pájaro viró, pues había estado apunto de darse contra la rama de un alto árbol. Tenía que dejar de pensar cosas así.

Orientó su vuelo hacia la montaña, vuelo que había hecho cientos de veces.

Atravesó el campo de protección y volvió a sentir una especie de jaula aprisionándola de nuevo; había entrado en la Academia.

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⏰ Última actualización: May 31, 2015 ⏰

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