Seis de la tarde, ¡por fin! Subo a mi auto; desabotono mi blusa y me pongo las gafas de sol, arranco el coche y me engullo en el tráfico infernal. Después de todo, mi intento de divertirme se ha ido al caño por el maldito trafico, aún así decido comprobar mi maquillaje en el espejo retrovisor y deshago la cola de caballo que me hice esta mañana. Seis veinte, mi humor ya es pésimo. Seis cuarenta, el sol casi ha desaparecido. Seis cuarenta y ocho, solo quiero ir a casa y dormir.
Decido relajarme y poner algo de música ya que es probable que esté en este lugar más de lo que me gustaría. Al cabo de unos minutos mi celular suena y tomo la llamada.—¿Pero donde demonios estas? El tipo que está buenísimo se ha ido a tomar unos tragos con una de vestido extremadamente corto. ¡Dime que traes puesto uno más corto porque sino al final mi intento de arreglarte una cita se habrá estropeado! —resuena la voz de Victoria por todo el auto.
—Ya te lo he dicho, no eres
cupido —pongo los ojos en blanco.—Solo trato de ser buena amiga y conseguirte alguien con quien dormir —se burla.
—¡Victoria! — intentó desconectar el altavoz pero es tarde.
Dirijo la vista al auto de al lado y me sorprendo al ver un impresionante convertible color negro, en el se encuentra un hombre no mayor de veintinueve años, de cabello rubio oscuro casi castaño, se quita las gafas de sol dejando al descubierto un par de ojos claros que me observan de reojo, bajo la vista a sus labios sonrosados y compruebo una sonrisa burlesca. ¡Maldita, Vicky!
— Como sea, trataré de llegar lo antes posible —respondo sin apartar la vista del convertible.
El hombre voltea a verme directamente a los ojos con gesto serio. Alzó mis gafas para encarnarle una ceja y vuelvo a colocármelas, me sonríe y yo dirijo la vista hacia al frente. El semáforo se pone en verde. Tomó el volante con fuerza y pisó el acelerador.
—¿Sigues ahí? —pregunta Vicky al otro lado de la línea.
La había olvidado por completo.
—Te llamó cuando esté afuera.
Una vez que estaciono mi auto entro en el club y voy directa a la mesa en la que se encuentra.
—Creí que no llegarías nunca—dice mientras tomo asiento frente a ella.
—Yo tampoco lo creía, la idiota de mi jefa decidió de última hora que era buen momento para checar unos
papales—resopló mientras acomodó mi bolso.—Vaya... te has venido de ejecutiva frustrada—dice observando mi atuendo.
Bajo la vista y observo mi traje sastre color negro.—No tuve tiempo para cambiarme de ropa, ademas, debes admitir que el top de encaje que llevo bajo la blusa me hace ver sexy—le guiño un ojo y sonríe.
—Te pedí algo de beber.
—Gracias —observo al rededor y no veo a Alan cerca—¿y el idiota de tu novio?
—Yo también me alegro de
verte—escucho detrás de mi.—Sabes que puedo llamarte idiota en tu cara y no me interesa en absoluto.
—De verdad necesitas ese trago.
—¿Tan estresada me veo?
—Yo diría frustrada.
Diez tragos después me siento relajada, casi se podría decir que olvido la razón de mi enojo. Pero no estoy lo suficientemente ebria así que me quejo:
—Mi jefa es una idiota.
—¡Vaya que lo es! —grita Vicky.
—¿Por que no dejas ese trabajo de mierda? —pregunta Alan.
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Todos los caminos conducen a Caroline.
RomanceSoy Caroline Monroe, una chica de Virginia que tiene ganas de comerse el mundo, independiente, profesional y una adicta a las compras. Siempre obtengo lo que quiero pero mis planes se ven frustrados con la llegada del nuevo socio mayoritario, Nichol...