𝑪𝒘𝒕𝒄𝒉. | 𝒀𝒆𝒐𝒏𝑮𝒚𝒖.

Tres. 🪷

Hoy fui al parque cerca de donde vivimos, estaba buscando inspiraciones para poder dibujar. Estaba frustrado, nada me daba ese sentimiento que tanto me incita y me hace conectar las emociones entre el lápiz y el papel.

Tenía muchas ganas de dibujar, pero no podía.

Iba a darme por vencido e irme a casa. Hasta que te observé a lo lejos. Estabas jugando con un gatito.

Te veías muy precioso mientras reías cuando le observabas jugar con la ramita que tenías entre tus dedos.

Mi corazón latió con fuerza, ese momento era el lienzo que quería en mi cuaderno. Quería dibujarlo y atesorarlo.

No me tomó mucho tiempo hacer el boceto, después de todo dibujar era lo que más amaba.

Me tomó unos 40 minutos terminar el dibujo, aún cuando volví a ver al lugar ya no estabas ahí. Sonreí algo triste y me puse a pensar.

Sí tuviera más valor, tal vez y estarías junto a mi mientras termino de dibujarte y tal vez te mostraría el final de esto.

Después de pensar en lo tonto que soy por no hacerlo, dejé a un lado el dibujo y me dispuse a relajarme mientras escuchaba música.

Donde con la melodía de fondo, me imaginé miles de escenarios mientras estaría contigo.

-CY.

_____

---¡Hola!-- me asusté de golpe. Observé a un lado donde venía la voz.

Al instante me puse nervioso.

Choi Beomgyu, me estaba hablando.

Me senté rápidamente.

---Hola.-- le contesté con los nervios en mi voz delantandome.

Se rió algo suave. Es el sonido más lindo que he escuchado.

---Yeonjun ¿cierto?

Asentí sin poder hablar.

---Soy Beomgyu.-- se presentó y extendió su mano. Con cuidado la tomé. ---Un gusto.

Sonrió.

---El gusto es mío.-- sonreí apenado.

---¿Puedo sentarme?-- preguntó observando las cosas que estaban a un lado mío.

Me altere, pero me tranquilicé al ver que el cuaderno de dibujos estaba cerrado.

Asentí mientras recogía todas las cosas.

---¿Que hacía?

---Estaba dibujando.-- dije algo bajo. ---Vine a buscar inspiración.

Sonrió en grande mientras me observaba.

---¿Así que por eso me miraba? ¿O en mi dirección?-- habló tranquilo.

Sentí mis mejillas arder, Dios, ¿no podía ser yo más obvio?

No le contesté pero aún así eso se lo afirmó.

---¿Puedo verlo?-- la emoción en su voz era evidente.

Con inseguridad, respiré profundo y le extendí el cuaderno. Con mucho cuidado lo tomó y abrió en la última página.

Mientras él no veía oculté la pequeña libreta donde escribía mis notas. Eso sí que no lo dejaría ver.