(De)Presión

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Presión, también definido en la RAE como "acción de apretar o comprimir" o "acoso continuado que se ejerce sobre el adversario para impedir su reacción y lograr su derrota". Si bien esta última tiene un contexto más bélico, estoy seguro de que también se puede aplicar al sentimiento que se arraiga en mi pecho.

Porque al fin de cuentas, ¿qué es la (de)presión sino un enemigo implacable que destruye todo lo que se encuentra a su paso? ¿qué es además de una compresión en tu pecho que te mantiene inmóvil, vulnerable?

Tal vez, no son las mejores formas de expresar algo tan complejo, pero sí lo que más se asemeja. Al menos, desde experiencia propia.

Por otro lado, el prefijo de-, que proviene del latín, indica "descenso, dirección hacia abajo, procedencia" o "delimita o refuerza lo significado por la base". Si bien el último ejemplo podría usarse perfectamente como origen de la palabra depresión, siento que no estamos llegando ahí del todo.

Así que, iniciemos de nuevo. Esta vez, con el verdadero origen de la palabra, ¿os parece?

La palabra proviene del latín depressio, de la tercera declinación, formada por el prefijo 'de-', explicado anteriormente, junto con el vocablo 'pres', que significa "hundido, apretado o comprimido", de donde también nace la palabra 'presión', y el sufijo '-sio', que indica una acción o efecto.

Con todo esto, el significado final del término sería, literalmente, 'que está hundido'.

Sigue sin sentirse correcto, pero supongo que es difícil encontrar una definición que realmente se asemeje a un sentimiento- no, un conjunto de sentimientos tan complejos y subjetivos como los que forman la 'depresión'.

Así que, lo intentaré una vez más. A la tercera va la vencida, ¿verdad? Esta vez, trataré de expresarlo con mis propias palabras. Hago un trabajo nefasto comunicándome verbalmente, pero a lo mejor en este pequeño escrito se me facilita.

Podría iniciar diciendo que, en realidad, no creo que sea una palabra con una definición concreta que pueda hacer justicia a todos aquellos que la padecen. Es una enfermedad mental, no una mera palabra. Cada uno la siente y padece de diferentes formas. Aunque en el núcleo, probablemente suelan ser lo mismo.

Desde lo personal, me recuerda a una presión en el pecho, como un peso que te oprime e impide respirar, llegando a sofocar no solo tus pulmones, sino tus palabras, tu voz.

A una incapacidad de sentirse lo suficientemente fuerte como para levantarse de la cama, de llevar pequeñas y simples tareas al extremo más opuesto de la palabra 'fácil'.

Una sensación de insuficiencia porque no puedes evitar sentirte un lastre, un peso muerto, una carga para los que te rodean, que da igual lo que hagas, no cambiarás, no podrás, no eres un ser capaz de tales hazañas, porque estas son para los héroes, ¿y tú? Tú no eres más que un personaje secundario de tu propia vida.

Que tu dolor no es justificado, hay personas que lo pasan peor, que mueren por cosas que tú jamás llegarás a vivir, que atraviesan el infierno y vuelven de pie, heridos, pero en pie, así que, ¿qué excusa tienes tú para quejarte? No tienes ese derecho, no ha pasado nada malo como para que estés mal, ¿por qué lo estarías?

El como no eres capaz de salir de casa, que te has aislado por meses de los demás, alejándote de todos y de todo, como si las personas fueran el problema y no tú.

La pereza y el cansancio que se mezclan y entrelazan como dos amantes coquetos antes de meterse bajo las sábanas, con risas tontas y casi perversas, sabiendo que están a punto de hacer algo que no deberían a escondidas de los demás.

Salvo que, en este caso, el único bajo las sábanas serás tú, atrapado entre sus fantasmagóricos brazos y falsas palabras de consuelo. "Necesitas descansar, duerme un poco", o "Has hecho suficiente, tómate un descanso".

Patrañas. No has hecho nada en meses, no has sido capaz de descansar en mucho tiempo. No vas a empezar ahora.

Oh, y la irritación y el autodesprecio que escalan por tu columna y se asientan en tus hombros, como un peso más con el cargar día tras día. La mayor diferencia entre estos dos es que, mientras que el primero crece y crece hasta que explota contra otros, el segundo crece y crece hasta que explota contra ti.

Y no olvidarnos de la frustración que todo esto genera, por su puesto. Imagínate estar rodeado de otras personas totalmente funcionales, que llevan su día con normalidad... y luego, luego estás tú, que tienes un calendario con una racha de días marcados en los que has podido salir de la cama. Como si fuera algo que celebrar, como si ser un ser humano normal no fuese en realidad lo más básico para todos. No es ningún logro, ¿qué esperas? ¿un premio?

Casi parece hasta ofensivo desear reconocimiento por realizar tareas del día a día. No es nada especial, no has contribuido en lo más mínimo, entonces, ¿por qué deberías sentir ese rayo de orgullo en tu pecho al haberte lavado los dientes? ¿O al haberte duchado?

No tiene sentido, no es algo lógico.

Pero esto, es solo mi opinión, porque yo no tengo depresión, entonces, ¿qué sabré yo? No estoy en el lugar de juzgar a nadie.

Porque no debería sentirme orgulloso de los pequeños logros, porque yo duermo bastante incluso si despierto cansado, porque no es que no pueda salir de casa, es que no quiero hacerlo, porque hay gente ahí afuera que está peor que yo, porque no quiero ser una carga para nadie.

Entonces, no, yo no tengo depresión, da igual lo que digan los médicos, da igual que una pastilla diaria demuestre más que mis palabras, da igual. Estoy bien, a fin de cuentas.

No, no tengo depresión, sin embargo, sí siento una ligera (de)presión. En el pecho, en mi cuerpo, en mi alma.

A pesar de todo esto, siento que no logro definir correctamente lo que quiero. Pero da igual, porque a la tercera va la vencida, ¿verdad?

Y a la cuarta me dejo vencer.

Mel-

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