Lets Play Together | Drarry

Extra 2

Con tan sólo 18 años, Harry fue prácticamente botado fuera de casa.

Bien, al parecer sincerarse a sus padres y decirles que era más homosexual que la palabra misma no había sido la mejor idea.

Su padre no dudó en atacarlo y proporcionarle unos cuántos golpes y sacudir su sensible cuerpo. Aunque tampoco dudó en sacarlo de su hogar con el rostro y estómago adolorido.

Había tenido que levantarse del duro piso de cemento con las palmas de sus manos con unos cuantos raspones, algunas personas que cruzaban por ahí simplemente lo miraban y seguían con su camino.

Estaba avergonzado y abandonado, ni su madre que tanto decía que lo amaba había hecho algo, debía admitir que le enojó aquella actitud, porque mientras su padre le decía que era un enfermo, la señora simplemente miraba todo a una esquina del hogar sin decir una sola palabra.

Sin saber bien a dónde ir, caminó durante veinte largos minutos hasta que llegó al pequeño parque infantil que le gustaba.

Había una variedad de niños corriendo, unos más grandes y altos que los demás, pero eso no fue un obstáculo para ir hacia uno de los columpios y sentarse en él.

Se encontró a sí mismo marcando al número de su mejor amigo y al que denominaba alma gemela.

Tuvo que marcarlo dos veces hasta que el chico respondió.

—Hey, Hazz, ¿Sucedió algo?

—Draco, ¿estás en casa?— sus pies se movían cortamente de atrás hacia adelante, meneando aquel columpio.

—No realmente, estoy con... Alguien.— el tono en su voz lo desconcertó.

—Uh, entonces no lo molestaré más.

—Está bien, Harry, no estoy ocupado. — respondió apresuradamente.

—Bien... —sus zapatos comenzaron a patear la arena artificial.—¿Puede hacerme compañía?

—Seguro, estoy cerca de tu casa, ¿estás ahí?

—No... El parque.— aclaró.

—De acuerdo, estaré ahí en unos minutos.

La llamada fue finalizada al instante.

Sus pies se mantenían rígidos en la suave arena, sus manos se aferraban a los soportes del columpio y sus ojos se escondían detrás del cabello que por su frente caía.

El pensamiento de su familia abandonándolo lo hacían querer llorar, se sentía como uno de esos desprotegidos animales callejeros que muy seguramente fueron dejados en algún lugar de la carretera, como si fueran la nada misma.

Como un total desecho.

O tal vez uno de aquellos juguetes de carros y aviones que dejó en el olvido. Podía familiarizarse con su pequeño peluche blanco que abrazaba todas las noches de tormenta, cuando ninguno de sus padres podía abrazarlo, peluche que su madre terminó desechando luego de verlo sucio y roto.

Oh, recordó cuántas veces lloró a sus nueve años, su madre simplemente ignoraba su llanto y su padre le decía que debía comportarse como un "niño de su edad"; Aunque si lo pensaba con claridad, no hubo un sólo año en su vida en el que su papá no le dijera algún "Compórtate como un hombre", "Eres un niño, llorar solo es para las niñas", juraba que todas sus inseguridades habían aparecido por culpa de aquel hombre.

El cuál siempre se defendía con un "Te estoy enseñando a crecer correctamente".

Como si la vida le sonriera después de atormentarlo tanto, a sus 12 años conoció a Draco.

Luego de que unos niños lo molestaran por ser tan poco social.

Simplemente desayunaba una de esas deliciosas tortas que su madre le hacía, cuando esos chicos de un grado mayor llegaron.

Porque para todos los niños, alguna persona mayor era espeluznante, así sea un sólo mísero año.

Como era su caso.

Su mente estaba llena de aquellos "Llorar es para niñas" que su padre le decía, mientras esos chicos de cortos 13 años le decían variedad de comentarios.

Quiso ignorarlos, pero su tolerancia ya había terminado.

De su garganta había salido una variedad de palabras, insultos y burlas hacia los tres chicos, un golpe que en ese momento había sido verdaderamente doloroso, lo hizo detenerse mientras las lágrimas lo abandonaban.

Repentinamente ya había un grupo de unas diez personas rodeándolo y calificándolo como un llorón, hasta que el rubio se entrometió, ayudándolo como nunca nadie lo había hecho antes.

Le parecía curioso como aquel chico sólo tuvo que decir un "No vuelvan a meterse con él, es mi amigo" acompañado de la mirada afilada y seria que portaba, para que el grupo a su alrededor se disculpara y huyera del lugar.

Poco después se enteró de que aquel chico era el dichoso hijo del viejo director y prontamente su mejor y más preciado amigo.

. . . ♡ . . .

Harry se refugiaba entre los brazos de Draco.

No había pasado mucho tiempo desde su llegada y lo primero que el lloroso pelinegro hizo fue correr y abrazarlo, repitiendo una y otra vez que lo habían dejado solo.

No entendía exactamente quién lo había dejado, porque lo único que decía era "Me dejaron, me dejaron solo, Draco", pero a juzgar por la forma en la que sollozaba y rompía en llanto, supo que era grave.

Fue hasta que su llanto se calmó, luego de tantos sollozos y consolaciones.— Draco... Mis padres ya no me quieren.— murmuró.—Hablé con ellos.

—¿Qué les dijiste?—preguntó mientras acomodaba los cabellos rebeldes del menor.

—Bueno...— temió en decirlo y que él también se alejara.—Soy gay.— agachó la mirada, cerrando los ojos como si esperara algún insulto u ofensa hacia él.

—Eso está bien, ¿no lo aceptaron?

Harry negó al instante, los ojos se llenaban nuevamente de lágrimas.— Papá dijo que soy un enfermo y luego... luego me sacó.— terminó por soltar el llanto nuevamente.—Me sacó, no quiere verme porque le doy asco.

Draco limpiaba las lágrimas del pelinegro, apartándolas de aquellas húmedas mejillas.—Es normal, Hazz. Tiene una mentalidad distinta, como cualquier otra persona.— dejó un beso en la frente del chico, abrazándolo una vez más. —No puede odiarte toda su vida... Además, no estás solo, te apoyaré siempre.

No pudo decir ni una sola palabra, seguramente su llanto lo haría balbucear y tartamudear, pero saber que tenía a alguien a su lado lo hacía sentir mejor.

Porque no importaba qué sucediera, Draco siempre estaría con él.