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Capítulo 1
El reencuentro
Actualidad
Lunes, 10 de Octubre; 12:30 p.m.
Los libros son lo que mejor me definen desde que entré a la universidad. He pasado de ser la chica aficionada al baloncesto a la empollona adicta a la lectura, y es que, de esa manera me encontraba ahora: en una biblioteca rodeada de un montón de libros.
Reconozco que mi cambio como persona ha sido bastante repentino, pero, algunas personas deben normalizar que la gente cambia. Y no hay que encontrarle el sentido porque, es simplemente ética, ¿no?
Para mí los años pasan volando y las costumbres también, al igual que para muchos otros. Y la gran mayoría (incluida yo) desea no volver a algunos hábitos que antes consideraba normales. Tan solo prefiere empaquetar todo lo que no quiere volver a hacer o tener en cajas de cartón y tirarlas a la basura, para no volver a aquello que no se quiere recordar.
Y eso hice: Conseguí salir del infierno en el que estaba con mi título de la ESO y también con el de Bachillerato, logré entrar en una universidad lo bastante lejos como para abandonar todo aquello que me impedía volar pero lo bastante cerca como para no estar tan lejos de mis padres, comencé a salir con mi mejor amigo Russ hace unos meses y me adapté a mi nueva vida de chica universitaria corriente.
Ahora estaba aquí, en una biblioteca del campus mientras terminaba de recoger unos libros prestados para estudiar la asignatura de Historia de la Comunicación junto con mi mejor amiga Audrey. Acostumbrada a mi nueva vida y a mi rutina.
—¿Por qué tantos libros para estudiar una sola asignatura, Liv? —Me pregunta Audrey mientras muestro mi carnet a la bibliotecaria. Ha terminado de mascar su chicle y una visible pompa de color rosa comenzaba a sobresalir de su boca.
—Pues porque ya te he dicho que esa asignatura me parece muy interesante, Auds —Le respondí explotando su pompa de chicle con mi dedo índice y posteriormente comenzando a cargar una torre de libros. —. Además, ya sabes que la señorita Thompson nos recomienda leer los libros que están en la biblioteca.
Puso los ojos en blanco.
—Sí que te aplicas las cosas que dice la señorita Thompson, pero, ¿Por qué no te aplicas ir a la fiesta de este sábado?
—Dios mío, Audrey. Estamos a lunes. ¿Cómo puedes pensar en eso ahora? —Enuncié mientras salíamos del interior de la universidad y nos adentrábamos cada vez más a la salida. En donde a unas cuantas calles de allí ya habríamos llegado a nuestro piso.
—Las fiestas de octubre son insuperables y lo sabes. ¿Por qué no pensar en ello?
Suspiré. No sé si por lo mucho que estaba insistiendo Auds en ir o por el cansancio que me producía cargar tantos libros bajo un sol tan fuerte.
—No lo sé, ahora mismo no me apetece...—Le confesé.— Sabes que mis fines de semana significan sesiones de estudio y maratón de Gilmore girls.
—Bueno, espero que cambies de opinión, Rory Gilmore.—Dijo con un tono burlón.
Sin darnos siquiera cuenta habíamos dejado la salida atrás y estábamos cruzando un paso de peatones. Quedando así menos trayecto por recorrer para llegar a nuestra casa.
Audrey y yo hemos sido inseparables desde el instituto, y es por eso que decidimos matricularnos en la misma universidad, buscarnos un piso y vivir juntas. A día de hoy no sé qué hubiera ocurrido si ella y yo no hubiéramos decidido juntar nuestro destino. Supongo que no habría conseguido ser la persona que soy hoy en día ya que ella ha sido un pilar muy importante en mi vida.
—¿Russ vendrá hoy a comer?
—No, pero sí a cenar—Recordé el mensaje que me envió esta mañana. —. Me dijo que no podría comer con nosotras hoy porque le pidió a su jefe hacer un turno extra estas últimas semanas. Sus padres no podrán pagarle sus clases particulares este mes.
—¿Y por qué no ha aceptado que se las pagues tú aún? Estoy segura de que como siempre te has ofrecido y que no tienes ningún problema en hacerlo.
Mostré una sonrisa diminuta mientras algunos mechones de mi castaño cabello se extendían con la ayuda del viento y mientras Audrey abría el portal del edificio.
—Sabes cómo es él, le gusta ser independiente siempre que puede—Continué hablando mientras nos dirigíamos hacia el ascensor. —. ¿Se podrá quedar a dormir hoy?
—Sí, claro. No hay problema—Me respondió amablemente. —. Pero intentad no hacer mucho ruido esta vez.
Ambas no pudimos contener la risa tras aquel último comentario, y una vez estaban las puertas del ascensor abiertas decidimos entrar mientras no parábamos de reírnos y de hacer resonar aquellas cuatro paredes de lo cómico que nos había resultado.
Al elevarnos y llevarnos hasta nuestro destino, salimos del ascensor cuando las puertas se volvieron a abrir, y justo cuando me dirigía hacia la puerta de mi piso se abrió la anterior, en la que un chico se interpuso en mi camino y me hizo tropezar con él patosamente.
La torre de libros que cargaba acabó cayéndose en el suelo en cuestión de segundos, y mientras maldecía a aquel chico por lo distraído y descuidado que había sido empecé a recoger todos los libros uno por uno con su ayuda.
—Podrías ser más atento, ¿no? —Comenté furiosa.
Mierda, lo siento mucho, enserio. Salí tan rápido que no te había visto llegar...—Respondió.
En cuanto nuestros ojos se encontraron finalmente pude ver que no era un vecino cualquiera, que no era un chico cualquiera. Yo ya lo conocía de antes, sabía perfectamente quién era él.
—¿Olivia? ¿Eres tú?
El mundo se había detenido, todo se había paralizado. Como un momento captado por una cámara de fotos, como una experiencia traumática almacenada en tu cerebro. No desvié mi vista de él, con lo cual no podía ver el rostro de Audrey, pero sabía sin duda alguna que se encontraba igual que yo al ver quien era él: Boquiabierta.
Estamos hablando de Noah White, de la razón de muchas cosas, de el por qué de mis pesadillas, de las cosas que no quiero recordar empaquetadas en cajas de cartón que pensaba que se habían quedado en la basura.
Pero no, todas ellas estaban en él. Todas ellas estaban ahí. Todas ellas estaban ahora.
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Volver a lo que éramos
Teen Fiction¿Revivirías aquel romance que en tantos pedazos te destrozó? *** En el baile de invierno de décimo curso Olivia Parker sufrió una de sus peores pesadillas: Ser avergonzada delante de todos por culpa de Noah White, un chico popular que jugaba en el e...