2: Las elegidas

16 2 0
                                    


Capítulo 2

Las elegidas

Cinco años atrás

Lunes, 10 de Octubre; 19:31 p.m.

—¿Estás nerviosa, Liv?—Me preguntó en voz baja Audrey.

Ambas nos encontramos en la misma cancha en la que permanece el resto de nuestro equipo de baloncesto femenino. Ese mismo al que consideramos nuestra familia desde que éramos muy pequeñas. La situación hace sudar la frente a más de una, y supongo que es por eso por lo que mi mejor amiga se preocupa tanto por mí.

—Un poco—Le respondí honestamente.—. ¿Y tú?

Se le dibujó en su rostro una de esas sonrisas que siempre suele mostrar cuando estaba nerviosa.

—Igual.—Me contestó.

Es bastante obvio que haya tanto nerviosismo en este ambiente. Le hemos dedicado todas las jugadoras que componemos el mejor club de baloncesto femenino de la ciudad muchas horas, mucha dedicación y mucho esfuerzo para llegar hasta donde estamos. Sin embargo, solo diez de las veinticinco que somos puede ir a un torneo de baloncesto que organiza el ayuntamiento de nuestro municipio para poder competir.

Otra razón para que todas tuviéramos ese ataque de nervios tan espantoso es que el entrenador todavía no ha llegado al pabellón para comunicar quiénes son las elegidas para ir a aquel campeonato. Y por esto, todas nos encontramos más que desesperadas.

A ver, es obvio que yo voy a ser una de las que salga en esa estúpida lista. —Se le escucha decir a Paris, la más odiosa del equipo.

Nada más oírla, Audrey y yo nos miramos con complicidad y mostramos una sonrisa a la misma vez.

—Como no salga pienso burlarme de ella por el resto de su vida. —Me susurró.

—Aunque quisiera, sé que es imposible. Paris es una de las mejores del club. —Le contesté con el mismo tono de voz.

Pero todas las suposiciones que salían de nuestras bocas fueron silenciadas por la presencia del entrenador y del folio que sujeta en su mano derecha. Cuando lo vimos entrar por la puerta desde la distancia, el alboroto de todas las jugadoras queda silenciado y nuestros miedos dan un paso al frente. Estamos a punto de saber la verdad, aunque muchas no estamos listas para conocerla.

Ahí estaba él, caminando firme y decidido junto con la hoja en su mano en la que aparecen los nombres de las elegidas para ir a aquel torneo. Cada paso que da, un sonoro y profundo latido de mi corazón suena desde mi interior, que me ocasiona un terror y un espanto bastante notables.

Aparto la vista de aquella escena y miro a mi vera. En el rostro de Audrey puedo ver el mismo pavor que habita en el mío, pero como siempre, se le ve más valiente que yo.

El entrenador ha llegado hasta el tablón que se ubica detrás de nosotras. En ese mismo en el que se cuelgan todas las notas y folletos importantes. Y una vez había colgado la hoja que tanta desesperanza nos ocasiona, se dio la vuelta y decidió hablar por fin.

—Estéis o no estéis en la lista, estoy orgulloso de todas vosotras. —Le oímos decir.

Y después de una corta pero sonorosa serie de aplausos, todas nos abalanzamos a la misma vez hacia el tablón de madera.

—Summer Rooney, Fiona Campbell, Cassie Harper...—Comencé a leer mentalmente.

Para ser diez nombres se me hacen muy pocos y muy cortos a la hora de leerlos, y eso junto el saber que en ninguno de los que había leído anteriormente había aparecido mi nombre me ocasiona más nervios de los que ya tenía.

—Sarah Ryordan, Amie Adams, ...—Continué.

Inconscientemente me había detenido, no podía seguir leyendo. Mi mente me había transportado a otro sitio lejos del que realmente estaba debido a la sensación de desconfianza que estaba comenzando a desatarse dentro de mí. Supongo que porque es más fácil tapar tus oídos ante una verdad muy difícil de digerir que asimilarla sin más.

Pero los gritos de mi mejor amiga habían conseguido que volviera a poner los pies en la tierra. Esos que me avisaron de que ella y yo estábamos finalmente en la lista.

—¡AUDREY CARRERA Y OLIVIA PARKER! ¡ESTAMOS EN LA LISTA, LIV! ¡ESTAMOS EN LA LISTA! —No paraba de anunciar emocionada, junto con las voces del resto de nuestras compañeras.

—¿Qué? —Dije aún sin poder creérmelo.

—¡Que vamos a ir al torneo, boba! ¡Lo hemos conseguido! —Repitió mientras me da un profundo abrazo.

Fue aquel jueves a las siete y media pasadas de la tarde, mientras el cielo comenzaba a oscurecerse, cuando salté sobre el suelo de la cancha junto con mi mejor amiga celebrando inocentemente el encuentro que cambiaría mi vida por completo.

A día de hoy no sé si para mal o para bien.

Volver a lo que éramosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora