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Besó lentamente sus aterciopelados labios color cereza, para el eran adictivos.
Pero, ¿Y el?

Los dos se encontraban sentados en el sillón, se encontraban en la casa de su atesorado casi novio, para la suerte de los dos tortolitos enamorados no había absolutamente nadie en casa.

El chico lentamente empezó a sentarse en el regazo de Jaemin, y lamentablemente para sus desgracias, el ya se sentía completamente incómodo para esta situación.

Nunca había hablado de estos temas con su madre.
Ni mucho menos cómo afrontarlos.
No existía el tema sexual en su casa, a pesar de que su madre sea una verdadera pervertida.

–  R-Renjun, esto ya no es normal. – Tartamudeo.

¿Normal? Exactamente, Jaemin siempre tenía en su pensamiento que era un pecado, como le enseño su madre.

– ¿Porqué no sería normal, Na? ¿Acaso eres un virgen más? Por favor. – Dijo Renjun con tono burlesco, no podía estar más sorprendido de su casi novio, era un caso.

Jaemin quedó con la vista baja mientras su novio se levantaba y abandonaba la incómoda situación.

– Ya sabes dónde está la salida, puedes retirarte antes de que mi padre te vea. – Jaemin se levantó rápidamente y corrió hacia la puerta abandonando la casa de su (ex) casi algo.

Planes arruinados, otra vez.





Ese recuerdo siempre venía a la cabeza de Jaemin, viendo cómo pudo arruinar sus planes amorosos por culpa de su madre, por nunca explicarle de las tan nombradas relaciones.

Aún extrañaba a Renjun, pero su madre no debía enterarse de lo cometido, podría hasta matarlo.

El nombrado se encontraba escribiendo en su cuaderno de notas, como siempre.

Pero su madre lo interrumpe abriendo la puerta, indicándole que debía esconder tal preciado objeto.

– Llegaron vecinos nuevos, ¿Serás tan cortés de dejarles esto? – Dijo su madre seria pero forzando una diminuta sonrisa imposible de presenciar.

Una canastita llena de uvas, manzanas y cítricos.

Jaemin pensaba en como su madre podía ser tan falsa al momento de interactuar con extraños. El necesitaba las mismas atenciones que la mujer les daba a los demás.

Pero igualmente no las aceptaría.

Agarró la canasta de un solo tiro y se dirigió a la puerta de su hogar, abandonando aquel lugar.

Dió unos pequeños pasos y ya se encontraba en la puerta de los nuevos vecinos, según lo dicho, habían llegado recién ayer.

No los pudo caracterizar desde su persiana que lleva la vista hacía al lado, exactamente en una habitación vacía.

Eso le extraño mucho.

Después de dar un pequeño golpe en la puerta, apareció de repente un chico bastante guapo (para su gusto), varonil, con un bello cabello color castaño junto con unos ojos parecidos a medialunas.

Lee Jeno. Su nombre.

Jaemin quedó simplemente embobado con tal belleza poseída del chico, estático quedó hasta que el mayor habló.

– Oh, hola. – Dijo con una ancha sonrisa formando medialunas en sus ojos.

Jaemin no sabía que podría decir, responder con un "Hola" sería muy básico para el, o simplemente decirle "Sé mi novio", pero, ¿cómo se hacía? ¿tan rápido?

Optó por la primera opción.

– ¡H-hola! Soy Jaemin, el vecino de al lado, mi madre me pidió que viniera a dejarles esto como bienvenida, hmm, e-espero te guste. –

– Querrás decir, ¿"les" guste? –

¿Les?
Por lo dicho no era solo, acompañado siempre será mejor. ¿Será su novio? O solamente, ¿Acompañante?


– Muchas gracias, Jaemin. – Dijo su nombre con tanta dulzura, que derritió completamente a Na.

Sin más, Jaemin le tendió la canasta y con eso finalizó todo.

O eso creía Jaemin.

– Soy Jeno, sabes que me puedes encontrar acá si necesitas algo. – Propuso con una sonrisa haciendo contacto visual con el menor.

Jaemin finalmente pudo sentir el amor otra vez llegando a su infierno de vida, pero a pesar de recién conocerlo, necesitaba tenerlo.

𝗣𝗘𝗥𝗦𝗜𝗔𝗡𝗔 𝗔𝗠𝗘𝗥𝗜𝗖𝗔𝗡𝗔 | 𝗠𝗔𝗥𝗞𝗠𝗜𝗡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora