desilución.

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Link estaba nervioso, muy nervioso a decir verdad y lo frustraba un poco el hecho de no poder controlar aquello sentimientos, pero ya lo había aceptado. La etapa de negación había pasado, por suerte.

No recuerda si hace cien años se enamoró de alguien a decir verdad, los únicos recuerdos que tenía solo eran los más relevantes con respecto a lo que necesitaba saber sobre la guerra y los campeones, entonces se podría decir que nunca, en todo lo que llevaba de aventura, se había sentido como lo hizo con Sidon desde la primera vez que se vieron en el puente Inogo. Era extraño ver a alguien que no era de su raza tan atractivo, encantador, apuesto.. Sidon realmente era alguien especial, y como había mencionado antes, al principio se sintió muy reacio a cómo se empezaba a sentir cada vez que veía aquella radiante sonrisa, o simplemente estando cerca de él y sentir su olor salado pero con un toque de su olor propio. A Link le encantaba el olor que desprendía el príncipe. Todos los zoras olían diferente, pero definitivamente el de Sidon era el único que le atraía.

Fue muy complicado para él aceptar lo que empezaba a sentir ya que no tenía a nadie con quien pudiera hablar de sus temas (el único era Sidon, con quien había desarrollado una gran confianza al punto de ser el único con quien se atrevía a hablar más de lo acostumbrado. Con él llegó a compartir sus pensamientos de temor a fallar en su misión y no poder salvar nuevamente a las personas que más amaba. Pero era obvio que con él no podría hablar sobre sus sentimientos). Hubieron muchas noches de desvelo en su aventura cuando extrañaba demasiado al zora, y su mente no podía dejar de pensar en él. Se ganó muchas heridas en batallas con monstruos por distraerse, lo cual era un poco humillante de recordar.

Entonces ahí estaba, en medio de otra calamidad. Se suponía que todo acabaría cuando derrotara a Ganon, que por fin podría tener una vida tranquila en su casa en Hatelia y podría visitar muchas veces a Sidon hasta tener algún día la valentía de decirle sus sentimientos. Que iluso fue. Allí estaba, otra vez siendo el héroe que todos necesitaban que fuera después de que un rey demonio despertara ante sus ojos y Zelda desapareciera otra vez, además de aquellas islas flotantes que invadieron el pacífico cielo y los abismos peligrosos y oscuros.

Link suspiró, se estresaba con solo pensar en todo lo que tenía que hacer nuevamente. Pero ese no era el tema, el tema ahora era que ya estaba llegando al dominio zora, con un regalo en su alforja que le iba a dar a Sidon en cuanto le dijera lo que sentía. Estaba terriblemente asustado porque no sabía nada qué sentía Sidon hacia él. Esperaba que aquellas noches donde solo se recostaban en el pasto a la orilla de algún estanque y Link notaba algo en la mirada de Sidon hacia él no fuera algo que él malentendió.

Con esta nueva intranquilidad sobre Hyrule su vida corría peligro una vez más, y no iba a soportar que muriese de alguna forma y el príncipe se quedara sin saber todo lo que le hacía sentir. Eso jamás. Ya era hora de que tuviera la misma valentía con sus sentimientos como la tenía para luchar.

Se arregló un poco el cabello con las manos, lo tenía suelto porque durante el encuentro con el rey demonio la única liga que tenía para sujetárselo se perdió y realmente ahora le daba pereza buscar una manera de recogérselo, además de que no estaba mal. Esta mañana se lo había peinado (algo que solo hacía en ocasiones importantes), se había puesto su túnica de campeón y unos pantalones hylianos. Estaba lo mejor presentable que podía y listo para hablar con el príncipe.

Los zoras en cuanto lo vieron parecieron muy sorprendidos. Bueno, la verdad es que hacía varios meses (después de que derrotó a Ganon) que no visitaba la región y con todo el asunto sobre lo que pasó debajo del castillo todos pensaban que estaba desaparecido. Link los ignoró y buscó al príncipe con la mirada, dándose cuenta en el proceso de que la situación que le habían contado sobre la región era muchísimo peor de lo que se imaginaba. Todo el lugar estaba cubierto del fango que caía del cielo, había un ligero olor a suciedad en el ambiente, las cascadas no eran cristalinas y muchos zoras estaban sucios tambíen. Un montón de fango cayó cerca suyo y ensució levemente sus ropajes. Hizo una mueca de disguto al ver que se había puesto sus mejores pintas en un ambiente que no era el ideal para eso.

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⏰ Última actualización: Feb 14 ⏰

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