Capítulo 7: La calma previa

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3 de octubre

Para hacer un buen de papas se necesita:

1kg. de papas, 1/2kg. de carne picada de ternera, 1 cebolla, 1/2 pimiento morrón, 2 dientes de ajo, 1 pastilla de caldo, ajo en polvo, pimentón, 25g. de manteca, 1 chorrito de leche, nuez moscada, aceite, sal y pimienta.

Elizabeth Kennedy se había memorizado esa receta en su viaje a Argentina en el año 1967 y se volvió un éxito instantáneo cuando llevó la receta a sus reuniones en estados unidos. Ese tres de octubre a la mañana estaba preparando el pastel de papas más importante que había hecho en bastante tiempo.

La casa de Leon estaba en un suburbio tranquilo, del tipico donde ex veteranos iban a pasar sus ultimos años o familias buscaban un nuevo inicio. La casa era de dos pisos pero pequeña, de color gris, con 2 ventanas en el piso de abajo y 3 en el piso de arriba, tenía un jardín frontal bien cuidado y una cerca en frente.

Leon, sentado en el asiento del copiloto observó por el espejo retrovisor a Claire y a Sherry, sintiendo una gran calma en su interior. Edward frenó y miró el reloj: Era la una de la tarde, Leon miró el reloj y se dio cuenta que pasaron una hora y moneda en la estación de policia.

Edward rompió el silencio abriendo la puerta.

—Esta tu primo—le dijo Ed sin mirarlo mientras se bajaba de la camioneta. Leon le sonrió a las dos chicas antes de que se bajaran del auto, luego tomó su maleta, las chicas sus bolsas con ropa y caminaron hacia la casa.

Claire miro la casa fijándose en los detalles, parecía recién pintada, las ventanas estaban relucientes y el césped estaba bien cuidado. Le recordaba a la casa que habían compartido con Chris hace tiempo, como Chris pasaba muchas horas fuera Claire se encargaba de limpiar la casa tanto por dentro como por fuera y sabía reconocer cuando alguien hacia un buen trabajo.

Sherry simplemente se vio entusiasmada por el patio y fue la primera en correr hacia la puerta, saltando la valla.  Tocó el timbre un par de veces mientras el resto se acercaba a la puerta. Una mujer con el pelo color rubio ceniza, con un pomposo suéter rosa fue quien entre abrió la puerta. Sherry levantó la mirada para poder verle el rostro, entre las arrugas pudo ver una cara de preocupación y tristeza.

—¡Hola!—dijo Sherry levantando la mano.

La mujer del suéter le sonrió.

—Hola querida...¿Qué se te ofre...?—a medida que fue levantando la vista para ver a Sherry en detalle se dio cuenta de quienes venían detrás de ella. La mujer abrió la puerta por completo y se agarró del marco de la misma. Leon se acercó, un poco avergonzado y con las manos en los bolsillos, pero con una genuina sonrisa.

—...Leon..—murmuró la mujer caminando rápido hacia él, bajando los escalones de la entrada y atravesando rápidamente la mitad del patio que los separaba.

Leon había tenido la misma altura desde los 16 años pero en ese momento a Elizabeth le pareció estar abrazando una montaña. Lo estrechó con fuerza, Leon se apoyó en su hombro y la rodeo de la cintura.

Elizabeth sintió como un gran peso le salía de encima, como la angustia en forma de nube abultada en su pecho desaparecía y se disipaba. Haber hablado con su hijo ya era una cosa, pero poder tenerlo en frente después de saber que había esquivado la muerte tan por los pelos...no hizo más que aliviarla.

—Estas enorme...—murmuró Elizabeth.

—Sí...—murmuró en respuesta Leon. Ambos se separaron, Elizabeth se mordió el labio mientras lo miraba. Lo vio herido, preocupado, no sabia muy bien por que pero al verlo pudo ver eso, podía deberse a que lo habia conocido desde hace unos catorce años, tiempo en el cual había aprendido que significaba cada pequeña inflexión en el rostro de su pequeño rubio.

Después de Raccoon: REmakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora