ᨭ⋆ ࣪.Capítulo 03.

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—¿Por qué, Caleb? Respóndeme

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—¿Por qué, Caleb? Respóndeme.

El cuerpo del ojiverde no reaccionaba, pero por más jodida que pareciera su mañana en esos momentos, lo jodida parecía su vida.

Hasta que lo sintió.

Sus mejillas se sonrojaron. Estar en esa posición en el suelo no lo favorecía en lo absoluto.

Sintió como salía de dentro suyo lentamente hasta el suelo, lo que probablemente era lo que creía.

Semen.

—¡Mierda!

Noah se acercó a él y lo alzó en brazos para posarlo en el nido que habían hecho ambos en medio de la cama del alfa.

—Está bien —besó su frente. —Descansa y no hablaras con ese beta.

Caleb quería gritarle y decirle que era un mal alf- una mala persona por prohibirle hablar con su mejor amigo.

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—¿Qué haremos, Leo? —Mason lloraba sobre el hombro del alfa castaño, mientras este colgaba más carteles de "Desaparecido" con la cara de Caleb. —Tal vez ya vendieron sus órganos —sus ojos estaban tan rojos e hinchados que espantaba a los peatones de la calle sin mencionar que su rostro estaba sonrosado porque por desgracia del rubio, él era una de esas personas que se podían rojas por todo y más cuando sus emociones se encontraban elevadas.

—Calma, Mason. Él suele desaparecer días, pero siempre vuelve —intentó calmarlo Leo.

El rubio negó con la cabeza.

—No contesta mis llamadas ni mis mensajes —estornudó en su pañuelo blanco que volaba de su mano, el mismo con el que limpiaba sus lágrimas. —O un alfa se lo llevó.

Leo no podía negar que también se encontraba preocupado por ello había imprimido una cantidad exagerada de carteles con los datos de Caleb para ubicarlo. Las veces que Caleb desaparecía era porque había llegado su celo o simplemente estaba en una de sus crisis existenciales del mes, pero siempre se mantenía en contacto y eso era lo que no había hecho estos últimos días. La policía estaba al tanto, ya había hecho la constancia y simplemente les tocaba esperar.

—Era tan joven —Mason siguió llorando, mientras le pasaba más carteles para pegar.

—Mason, por favor.

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—Noah —. Llamarlo por su nombre era tan extraño que incluso sonaba inapropiado.

El alfa ojiazul volteo hacia él mientras limpiaba la habitación. Se había vestido con una camisa ajustada a su cuerpo fornido y bien formado y unos simples pantaloncillos.

—¿Te sientes mejor? No has comido adecuadamente-

—Mi celular —dijo Caleb. —Lo quiero.

La expresión del alfa cambió por completo.

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