"Incomunicados" aquella palabra caló en el cocinero como la brisa marinera del amanecer. Fresca, liberadora. Incomunicados significaba que hasta allí no llegaba el correo. Que el mundo exterior podía arder en llamas, que ellos no se enterarían. En aquel momento, para él, era una bendición. No quería más sentimientos confusos sobre el estado de salud y posible muerte de Judge. Quería seguir sin saber de ellos, como antes de la primera carta.
Sin embargo, aquel podía ser un problema para la tripulación. Cualquier banda pirata poco conocida podía desaparecer de un momento a otro, pero ellos... les darían por muertos si tardaban demasiado en salir de aquella situación, la carrera hacia el One Piece podría complicarse.
Jimbe y Nami observaban el log pose como quien observa un libro de dibujos escondidos. Esperando que pasara algo, descubrir un detalle que aclarara la situación.
Las tres agujas apuntaban al centro y hacia a abajo. Un movimiento del todo imposible en el nuevo mundo. Pero al parecer el Log pose solo estaba detectando un centro magnético y se encontraba bajo el agua.
Las agujas no se movían, rotaban sobre sí mismas.
—Un único punto magnético, lo suficientemente fuerte como para tapar cualquier otra señal.—concluyó la navegante.—Sería lógico pensar que las islas del archipiélago se mueven alrededor suyo. Por lo que... —Nami respiró profundamente al darse cuenta de lo que aquello significaba.— Tendremos que analizar los movimientos de las islas y el tiempo que tardan en moverse.
—Tendremos que guiarnos por las estrellas como antaño. —contestó el timonel.
El capitán se estiró con ambos brazos hacia arriba en la playa y se sentó sobre la arena.
—Si la isla se mueve sola, no tenemos de qué preocuparnos.
—¡NO HAS ENTENDIDO NADA!—le gritó el resto de la tripulación.
El cocinero volvió a toparse con la mirada del espadachín. No le retaba, pero su seriedad y determinación delataba el tema que necesitaba tratar con él.
"Pero si lo hago me temo que no podré parar." Las palabras del marimo resonaron en su mente y tuvo que apartar la vista antes de ruborizarse.
Forzó una sonrisa y puso ambas manos sobre sus caderas mientras caminaba de vuelta al barco.
—Yaaa... mientras Nami-swan y Jimbe siguen investigando, ¿quién quiere desayunar?
Zoro siguió con su ojo bueno los movimientos del cocinero. No iba a pasar por alto lo que había sucedido aquella noche, como Sanji había correspondido a su deseo. No pudo evitar hacer media sonrisa.¿Desde cuando era tímido el Ero-cook?
Sanji sirvió el desayuno mientras Nami y Jimbei trazaban un plan para determinar el movimiento de las islas de aquel archipiélago. Robin les entregó un par de libros sobre otros casos de archipiélagos cambiantes ya conocidos. El estudio sobre sus movimientos y cómo navegar en ellos.
Tras un buen desayuno y asegurarse de que el Sunny estaba anclado a aquella isla, Luffy tuvo la gran idea que querer ir a explorar. Por cómo se veía desde el Sunny, era una isla virgen. Un extenso bosque separaba un extremo de la isla del otro, rodeado por playas de arena blanca. Ni rastro de civilización.
Zoro le siguió en aquella idea, el médico de la tripulación también. Era una buena oportunidad para localizar plantas medicinales y reabastecer la enfermería.
—Sanji-kun...—le llamó la atención Nami mientras él lavaba los platos del desayuno.
—¿hm?— se giró distraído hacia ella. Su cabeza estaba en otra parte.
—¿Te importaría ir con ellos?—le pidió.— Luffy podría comerse cualquier cosa venenosa, Zoro va a perderse, eso lo tengo más que claro.
Sanji se vio en una encrucijada, no quería ir a dar vueltas por la isla con el marimo. No sabía si quería si quiera estar en la misma habitación que él. El desayuno ya había sido demasiado incómodo para él.
—Chopper va con ellos, ¿no es así?—intentó justificarse.
Nami respiró hondo y se llevó una mano a la frente.
—Es como enviar a un niño a cuidar de dos monos.
Sanji sonrió a aquella comparación. Lo sentía mucho por Chopper, pero la verdad era que no imponía demasiada disciplina.
Respiró hondo y se secó las manos antes de quitarse el delantal.
Se iba a arrepentir de ello, lo sabía perfectamente, pero Nami tenía razón.
—Quédate tranquila, voy con ellos.Fuera del barco, en la playa, su capitán, el espadachín y el médico de la tripulación esperaban al cocinero para salir en busca de aventuras.
El pequeño reno llevaba a su espalda su característica mochila azul. Gesto que le copió el chef, pues también cargaba con una mochila en caso de encontrar nuevos ingredientes o flora comestible. La navegante les despedía con un gesto de su mano a los intrépidos aventureros cuando se acercó la arqueóloga.
—¡No os metáis en problemas! —les ordenó.—¡No sabemos cuánto tiempo tenemos que estar aquí anclados!
Robin copió el gesto de la navegante con su mano mientras observaba a los miembros de aquel improvisado grupo de exploración.
—Vaya, qué extraño.—valoró la arqueóloga.
—¿hm? ¿A qué te refieres, Robin?—le preguntó extrañada la navegante ante el comentario de su nakama.
Robin observaba al cocinero, quien no había respondido a la navegante con alguno de sus dulces comentarios, no les había lanzado besos mientras se alejaba. Nada. Sanji se aferraba con ambas manos a los tirantes de su mochila y caminaba con la vista al frente sin mediar palabra.
—Sanji-kun, no se comporta con normalidad.
Nami dirigió la mirada hacia el rubio y no pudo evitar esbozar una triste sonrisa.
—No tiene el ánimo para fingir estar alegre.—dijo la navegante.— Ojalá pudiéramos hacer que su carga fuera más ligera. Pero es un tema delicado y muy complicado.
Sin duda, la carta de Germa, las palabras de la hermana de Sanji, la posible e inminente muerte de Judge. Robin anhelaba lo mismo que su amiga. Ojalá pudieran compartir aquella carga con él.
Los ojos azules de la arqueóloga se posaron en el espadachín que caminaba un par de metros por detrás del chef. Su mirada fija en el rubio, con una expresión severa en su rostro. Incluso Zoro parecía preocupado por él.
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La larga sombra del juez
FanficSanji recibe una carta de su hermana Reiju. Judge se está muriendo. Esta historia abarca los días anteriores y posteriores a su muerte.