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Capítulo 39

Fue esa tarde cuando la llamada llegó de Cheon Sayeon. Kim Woojin, quien me siguió hasta en frente del elevador que iba hasta el último piso, me preguntó con ojos preocupados, "¿Está realmente bien que vayas solo?"

"¿Por qué no estaría bien?"

Siempre me encontraba con él a solas. Estás haciéndome todo tipo de preguntas.

El cambio de actitud de Kim Woojin llamó mi atención.

Cuando al principio poseí el cuerpo de Han Yigyeol, a pesar de que tenía una herida en mi brazo, me empujó a la habitación donde Cheon Sayeon estaba, y la segunda vez que nos encontramos, me maldijo e hizo obvio que me odiaba.

"Has cambiado un montón."

"¿He cambiado? ¿Yo?"

"No te preocupabas tanto por mí."

Ante mis palabras, tuvo una expresión conmocionada.

"Eso..."

"No te preocupabas de si las cosas eran difíciles para mí o no, ¿verdad?"

Repentinamente, recordé lo que Kim Woojin me había dicho antes.

[¿Qué pasa contigo hoy? Usualmente sales llorando.]

Así era como Kim Woojin trataba con Han Yigyeol. Cuando poseí a Han Yigyeol, Kim Woojin también cambió.

Si no fuera por mí, Kim Woojin aún odiaría a Han Yigyeol y habría seguido a Ha Taeheon como Cheon Sayeon ordenó.

El futuro cambió cuando se volvió amable conmigo. Cheon Sayeon ya no tenía a Kim Woojin a su lado.

"... Yo—" la tez de Kim Woojin, quien entendió lo que dije, instantáneamente se volvió pálida. "En ese entonces..."

Con un rostro distorsionado, lamió sus labios muchas veces y agarró mi muñeca con una mano temblorosa.

"Qu—que debería hacer..."

"Está bien. Puedes detenerte."

Justo entonces, el elevador llegó. Dejé ir la mano de Kim Woojin y dije calmadamente, "No tienes que hablar tonterías ahora. No quiero oírlo."

Sé lo que Kim Woojin estaba intentando decir. Pero no era yo quien debería escucharlo.

Incluso si me convertí en Han Yigyeol, no podía manejar esos sentimientos y tomar responsabilidad de ellos. Ni siquiera quería hacerlo.

Me subí al elevador.

"Te veo más tarde."

Antes de que la puerta se cerrara, el rostro de Kim Woojin se veía a tan miserable que no podía describirse en palabras. Miré hacia otro lado y suspiré.

Cuando llegué al último piso, el asistente abrió la puerta para mí.

Cuando entré en la oficina, Cheon Sayeon, quien estaba sentado en el sofá de la recepción mirando a su tablet, me saludó

"Bienvenido, Han Yigyeol."

Frente a una sonrisa brillante, fruncí el ceño como si hubiese tragado algo amargo.

¿Qué es esto? Era increíblemente siniestro.

"Si pones ese tipo de expresión tan pronto como llegas, no puedo evitar sentirme triste."

"Hablando tonterías."

Caminé con dificultad y me senté frente a él. Cheon Sayeon, quien bajó su tablet, dijo en un tono relajado, "Supongo que ya viste las noticias."