SOET

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Mis dedos ardieron al toque,
Con cada rasguño y enredó en su cintura.

Mis manos soltaban bramidos por esto, con cada extremo tomado con fuerza entre ellas.

Tome un respiro necesitado y dejé caer mi rostro entre su suavidad de pieles.

Mire su rostro contra el cristal ladeado y sus ojos me miraron de igual forma, ardientes.

Roge en ese momento por un detente,

Un alto que le diera fin al latir en mi pecho.

Desee con fuerza oír tus palabras, pero al contrario de ello,
solo recibí un destello de ojos al suelo y una sonrisa entre labios tensos.

Gruñí, ocultando mi rostro en tu cabello,

Para luego deslizar mis manos más allá del cordón.

Perdí mi nariz en tu cuello
y dejé a mis dedos traviesos viajar en exploración.

Los vi perderse entre los pliegues del cuero, pero tus manos me alzaron en oposición.

Volví a mirar el espejo con seriedad, pero tus ojos no seguían los míos.

Solté de tus manos las mías, huyendo de tu golpeante ignorar,
volviendo a mi trabajo prístino.

Atarte con más ímpetu al corsé.

Apreté mis labios en línea y te atraje con un firme alar.

Soltaste un placentero alarido y sonreí sin poderlo evitar, ante mi recompensa..

Tu rostro en rosa me miraba perdido,
a mi,
a mis ojos,
al fin,
a través del cristal.

Nos observamos con respirada espesa,
tu exhalando
y yo tomando todo lo que de tus labios dejaban vagar.

No habíamos hablado desde la noche pasada y estaba muriendo,
¡Amor me moría!
Por escucharte, aunque sea, mascullar.

Tus manos se apretaron en pequeños puños,
tus labios como pétalos arrugados, mejillas intensa en rosa delicioso, pero
tus ojos lagrimeantes en deseo, volvieron a apartarse de mi.

Sollocé sin entender este trato.

¿Era mi culpa?

¿Te había hecho mal?

¡Todo eso y más quería gritar!

Pero mi voz no soltó una palabra al respecto;
regresaríamos al silencio ignorante por un día más.

Me negué a aceptar tal desligamiento y volví a insistirte un poco más.

¡Oh amor!

¿Qué acaso no me conoces, aún con todo esto?

Soet BlumeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora