teParte 1 ¿Wesen, Hexenbiest, poderes?

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-Esto, me parece un asco de día.

Esas fueron las palabras que pronuncié al levantarme de mi comodísima cama, colocada al lado de la ventana de mi habitación, oía los pájaros cantar, parecía un día precioso, soleado, bonito, incluso mejor que otros, crean me no lo era.

Tenía 16 años, era una chica rubia, alta y guapa, la vida me había regalado estos útiles dones, pero esto cambio, cuando todo comenzó.

Vivía en Portland, Oregon, esa ciudad me daba bonitas sensaciones, me relajaba, el aroma de los puestos de comida, el ruido de sus tranquilas calles, los gritos de los niños al irse al colegio, mis amigos, mi familia, mi extraña y peculiar familia a la que tanto quería.

Vivía con mi madre y mi abuela, mi madre trabajaba en una tienda de productos y medicamentos de origen natural, mientras que mi abuela estaba en casa. Mi madre siempre había dicho, que la felicidad de 3 vence a miles, yo pasaba un poco de aquellas boberías, ya que mi madre siempre fue muy cursi.

-¡Clara!, llegarás tarde al colegio, levántate ¡ya! - me gritó mi madre.

-Ya va..... - dije yo de mala gana.

Subí desganada las malditas escaleras, cuando las empezaba a subir sentida que todo el peso de mi cuerpo, caía en ellas.

Me "deslicé" a rastras por ese ancho pasillo, que al fondo daba con una habitación, la mía obviamente. Me dirigí al armario y cojí unos pantalones cortos y una camisa corta, que marcaba mis finos hombros y dejaba ver, ligeramente, mi ombligo.

A veces, cuando comienzan a vestirse, con música, ¿no tienen la sensación de que es algo como un videoclip y empiezas a bailar y a motivarte sin sentido?

Pues esa es la sensación que tenía yo en ese instante. Me puse unas mallas y una camisa de color azul, mi color favorito por cierto, mientras bailaba Pretty Girls de Britney Spears, todo me parecía muy extraño aquel estúpido día.

Cojí el movil y le escribí a mi mejor amiga, Vanessa:

-Bdiaaas fea

- Voy hacia tu casa en breve, esperame por fuera mi amoor.

No respondió, pero como siempre, fuí a su casa y allí estaba ella, con su larga melena negra, no era muy alta pero era la chica más graciosa que había conocido en mi vida, con ella compartía los mejores momentos de mi vida y había superado mis miedos-muy cursi, lo sé- pero también me peleaba, tantas veces que en un solo segundo podíamos pasar de abrazándonos a tirarnos de los pelos, pero en el fondo la quería.

-Crees que aprobarás el examen? - me dijo ella.

- No lo sé, quizas, química se me da bien- me pasaba eso continuamente.

- Ya te estas chuleando de tu "gran" superioridad mental, ¿verdad?

Mientras ella parloteaba lo muy lista, que yo me creía, yo admiraba

el paisaje de mi ciudad, cruzamos la calle principal de Portland, giramos toda la maldita manzana, verdaderamente aquel día, me encontraba molesta.

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La madre de Vanessa, Sonia, nos dejó una manzana antes del colegio, porque a Vanessa le avergonzaba, un poco llegar con su madre a la misma puerta del colegio, ella era así, a veces se avergonzaba de la gente que más quería, extrañamente, no sé como puede ser una persona así, mi mejor amiga, pero en el fondo siempre estaba ahí.

Bajé del coche inmediatamente, cuando Vanessa me dijo:

- Oye, ¿crees que aprobaré?

- Sí estudias quizás, pero ya sabemos como eres tú... - quizás no debería habérselo dicho pero una verdad de vez en cuanto no mata a nadie y menos a ella.

- Gracias, eh - notaba la furia en su mirada y como ardía.

Entramos en clase y desconecté.

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Fuí caminando hasta casa, supuse que tardaría unos veinte minutos, pero, hoy me encontraba mas rápida. Estaba cruzando las bonitas calles de la ciudad, mirando hasta el último rincón de las casas, admirando los ocultos de datalles de una ciudad que conocía desde pequeña.

De pronto, me fije que había un hombre que quizás me seguía, porque no se había separado de mí en un tiempo, de pronto un hombre se le juntó y aligeraron el paso, cosa que yo también hice.

De pronto, uno de ellos alzó la voz y gritó:

- Coje la, es ella, si no lo hacemos ahora, la perderemos.

Fue como un acto reflejo, corrí lo más que pude cruzando calles y calles, giraba la cabeza y veía como ellos no sé rendían y querían cojerme.

Rapidamente, giré de dirección y me dirigí a una escondida calle, con algunos coches donde aquellos transeúntes me acorralaron.

- Aquí está la chica, espero que sea lo bastante fuerte como dicen, porque no podrá con nosotros - ese hombre me miró de una forma sospecha.

El otro hombre parecía callado, después de eso, los dos hombres se miraron al unísono y de pronto empezaron a arquearse y su rostro empezó a cambiar, todo fue muy rápido, pero pude distingir que tenían un aire a un animal con aspecto lupino.

Fulminantemente solté un grito y me sentí aterrada.

- Por favor, no me mateis, no sé quienes sois, dejen me en paz - grité, mientras mi vida empezaba a pasar por mis ojos.

- Venga, pensé que las Hexenbiester eran más fuertes- gruñó.

- Que es eso... - les dije, sin saber que responder, sin saber que eran aquellas extrañas palabras.

- No te hagas la estúpida, wogea ya y lucha por tu vida.

Sentía miedo, pero al mismo tiempo rabia.

De pronto una sensación rodeó todo mi cuerpo y me envolvió, me hizo arquearme como aquellos dos hombres, sentí un calor interno que invadía mi cuerpo , todo lo creía saber iba a cambiar, de algún modo, lo sentía. Vi sombras a mi alrededor y sentía un calor rodeandome rápidamente.

Abrí los ojos, vi como mi suave y hermosa piel, se arrugaba y podría, vi como aquella sensación, transformaba mi cuerpo, mi pelo en cambio cambió de color a un tono gris, mi piel se podría y envejecía, mis ojos desaparecieron y las cuencas de estos tornaron un color rojizo, la piel se me agrietó y las cotillas y de más huesos se notaron, las manos se volvieron esqueléticas y me crecieron ligeramente las uñas.

Desde ese momento, soy una de ellas.

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