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Las hojas iban quedando bajo sus pasos, el crujir de ramas y el sonido de sus pies presurosos eran los únicos ruidos existentes en el amplio bosque. Viendo más adelante, podían encontrar un pequeño río que separaba al bosque de las granjas y el límite entre los territorios vecinos.

El cansancio no se hallaba en el interior del pelinegro, pero sí retrasaba el paso del rubio. Su vientre se hallaba crecido y eso imposibilitaba que pudiese recorrer el bosque con más velocidad.

Apenas les faltaban menos de dos kilómetros para llegar al claro y perderse en tierras desconocidas, ya ni siquiera observaban a sus perseguidores, estos se quedaron muy atrás cuando el mayor decidió llevar a su pareja en sus brazos. Sin embargo, no podrían tomar la misma acción, puesto que eso los retrasaba aún más.

A pesar de la fuerza del de cabellos negros, era imposible correr con su pareja en brazos y observar el camino, y no podía llevarlo en sus espaldas, pues aquello le haría más daño al bebé.

— Tienes que resistir un poco más —detuvo su caminar para limpiar las pequeñas lágrimas que escapaban de los ojos ámbar de su pareja— pronto llegaremos al límite del bosque y empezaremos una nueva vida. Tienes que resistir, por favor.

— Nuestro bebé no lo permitirá —apenas un susurro salió de sus labios— está dispuesto a nacer en este momento. Si seguimos a este ritmo...

— Ellos no van a detenerse, nos seguirán todo el camino, pero no podrán cruzar la frontera. Debemos llegar y tener a nuestro bebé en un lugar donde no puedan hacerle daño.

— ¡Chicos! —el llamado causó que el alfa protegiera a su pareja y lo colocara detrás suyo, no permitiría que alguien les hiciese daño, ni a su pareja, ni a su hijo.

— ¿Qué haces aquí, forastero? —un gruñido salió de lo más profundo de su garganta, pidiendo que retrocediera y no se acercara un centímetro más a su pareja.

— Quiero ayudarlos —mostró su cuello en forma de sumisión— el bebé nacerá pronto, si continúan a este paso, no sobrevivirán.

Un sonoro gemido de dolor salió de los labios del más bajo, retuvo el brazo de su compañero y lo presionó fuertemente para sostenerse a sí mismo. El alfa giró su cuerpo y abrazó a su pareja, sabía que el momento del parto había llegado, las contracciones eran cada vez más fuertes, el dolor no iba a calmarse, no sin antes tener al bebé en sus brazos.

— Puedo ayudarlos —se acercó un paso más, esperando que el más alto no hiciera nada en su contra— no quiero lastimarlos, Jeon.

El alfa observó nuevamente al muchacho, estaba muy claro que no era de su manada, era un humano más de la región este.

— ¿A qué precio quieres ayudarnos? —el grito ahogado del rubio lo alertó, pero no vaciló su mirada de cautela hacia el desconocido.

— La diosa Luna bendijo su amor —mostró su muñeca derecha, dejando ver una pequeña marca— y me eligió a mí para recibir a su heredero.

El alfa no desconfió más, la marca era clara señal de que la diosa Luna había enviado al forastero para que pudiese ayudar en el parto. Sacó el abrigo que llevaba puesto y lo tendió sobre el árbol más cercano, recostando a su pareja sobre la prenda y preparándose para el parto.

— ¿C-Cuál es tu nombre? —preguntó el de cabellos rubios, esperando saber quién iba a ser el salvador de su bebé.

— Kim Seokjin —mostró una débil sonrisa antes de colocarse de rodillas y abrir las piernas del hombre.

El proceso estuvo lleno de gritos ahogados, manos entrelazadas y palabras de aliento por parte del alfa. Sabía que el tiempo que habían necesitado para que el bebé naciera iba a ser muy valioso para ellos, sus perseguidores aprovecharían cualquier circunstancia para darles muerte.

Can you hold me? ; kookmin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora