Capítulo 4: Quédate conmigo

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Temores contra la verdad

Luego del momento tan desagradable causado por los indeseables, el saiyajin decidió alejarse, tal como se dijo antes, de un gran salto abandonó el campamento de los scouts y se perdió en la oscuridad de la noche, en su mente solo se podían escuchar murmullos y voces que le decían una y otra vez que ese era su destino, que así como ellos, el resto de especies los veía así, como monstruos, armas, herramientas que sirven a un solo propósito; la guerra, el único hogar que tuvieron lo habían perdido para siempre, nunca serían bienvenidos de manera autentica como había sucedido en la tierra. Goku se negaba a creer eso, no quería pensar que las personas lo mirarían con miedo y que los que pretendieran ser diferentes únicamente estarían con él por interés, solo por su poder y solo mientras hubiera un conflicto, después, lo harían a un lado, como a un leproso.

Esos pensamientos atormentaban la psique del Son, estaba harto, no quería seguir escuchando esa voz en su cabeza, en eso levantó la mirada y lo que vio frente a él fue un pequeño lago, el exaltado sujeto dio otro gran salto y llegó hasta la orilla del mismo; tan pronto como arribó a su destino el cansado sujeto metió las manos en el agua y tomando un puñado con ambas manos procedió a lavarse el sudor de la cara. La respiración del azabache se normalizó, su corazón lentamente retomó su ritmo normal y su mente comenzó a aclararse. Goku vio su reflejo en el estanque, su rostro estaba tenso y su sonrisa habitual había desaparecido, todo lo que podía sentir ahora era incertidumbre y desesperación; no sabía que lo atormentaba más las personas o sus pensamientos.

Al poner más atención a su otro yo que estaba mirándolo fijamente desde las aguas se tranquilizó, ahora parecía que el espartano sin recuerdos quedaba hipnotizado al contemplarse a sí mismo en completa calma, pero, algo extraño sucedió de repente, esa voz que lo perseguía había regresado, pero en esta oportunidad sonaba mucho más clara y le parecía sumamente familiar, era la suya, pero sonaba fuera de su cabeza, estaba fuera, hasta se podría decir que venía de su reflejo. Era él, su yo interno que ahora había sido liberado, pero, por qué estaba allí, qué es lo que quería, cuál era su insistencia, al parecer la única forma de saberlo sería escuchándose a sí mismo.

· ¿Qué rayos quieres? ¿por qué no me dejas tranquilo? – preguntaba molesto el Son.

· ¿Qué quiero? ¿qué no es obvio? Te exijo que dejes de ser el juguete de estos malditos humanos, ellos solo te utilizarán como lo hicieron los otros; te quieren ahora que te necesitan, pero en cuanto ya no lo seas más te van a desechar, como a un leproso, para ellos solo eres un fenómeno del que se pueden aprovechar – estas palabras comenzaban a taladrar su mente y su corazón, le dolía pensar que las personas lo vieran así, pero había algo raro, los otros.

· ¿A qué te refieres con eso de los otros? – esto captaba toda la atención de Goku.

· Cierto, no lo recuerdas, ese maldito cara pálida intentó borrar tus recuerdos, pero no lo consiguió del todo, bueno eso fue gracias a mí – la proyección mental del saiyajin revelaba algo que el verdadero Son Goku desconocía.

· ¿De qué demonios hablas? – el son preguntaba con mayor insistencia.

· Bueno, solo diré que tú y tu hijo, así como otros amigos saiyajines llegaron a otro mundo donde se establecieron y allí también fueron usados como armas para solucionar los problemas de esos insignificantes humanos.

· ¿De qué carajos hablas? ¡respóndeme! – en eso la alucinación desaparecía, pronto se sabría por qué. En pocos segundos unas pisadas se oyeron detrás del Son, era Mikasa.

· Son, por fin te encuentro – la hermosa muerte se presentaba frente a su nuevo compañero.

· Mikasa ¿qué haces aquí? – preguntaba algo alterado el azabache.

El titan doradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora