heart of glass

971 144 61
                                    

Hay un gato pequeño y gris del otro lado del camino. Minho lo observa desde su porche, sin aventurarse a seguirlo por el sendero hacia el bosque. La mañana es fría y no tiene el abrigo adecuado.

Hay, también, un nido de pájaros en las ramas más altas del pino junto a su casa. Son una especie pequeña y marrón, pero demasiado ruidosa cuando apenas amanece. En este horario, cerca del mediodía, no emiten más que un revoloteo de plumas y un pío ocasional. A Minho le gusta verlos, pero nunca va más allá del porche.

El sol es muy brillante. Incluso si no están en verano, la luz lo ciega. Hace sus ojos arder. Minho no puede soportarla por mucho tiempo. Existe la posibilidad que sea una consecuencia de su tiempo en cama, puesto que es bien sabido que los golpes en la cabeza son un tema delicado. Debería visitar un hospital, pero no quiere preocupar a Jisung. El pobre ya parece lo suficientemente angustiado desde que despertó.

Él está en la cocina, preparando el almuerzo. A Minho le da un poco de gracia verlo. Jisung parece incómodo en su propia casa, siempre olvida dónde están las cosas y la comida se le quema de más. Ese era el lugar de Minho, él lo sabe. La mayor parte del tiempo lo pasaba en la cocina. Sin embargo, desde que despertó, no puede encontrar el deseo de cocinar. Debería ser más triste de lo que es, pero Minho supone que es otra consecuencia del golpe.

Cayó del techo reparando una de las tejas. Tan simple como eso. No tuvo cortes por lo que no dejó cicatrices, pero pasó mucho tiempo en cama. No sabe exactamente cuánto, pero fue el suficiente para que Jisung se asustara al punto de perder bastante peso y que sus ojos no soportaran la luz brillante. Tonto, tonto Minho. Tu lugar está en la cocina, no en el techo. Si no hubiera sido por eso Jisung sonreiría todo el día y no sólo de vez en cuando.

El aroma a carne friéndose llega al porche. La comida debe estar casi lista, lo que indica que Minho debe poner la mesa.

Un pinchazo de curiosidad lo hace bajar del porche y mirar hacia arriba. El sol le quema los ojos y casi no le permite ver, pero alcanza a notar que el techo delantero, el de la teja que siempre se cae, está completo. Qué gracioso. Antes de resbalar, al menos, Minho logró terminar el trabajo.

Cuando entra a la casa, Jisung ya está sentado en la mesa con una pequeña porción de comida en su plato. Lo mira por un momento y vuelve a poner atención en lo que está llevándose a la boca. Minho saca de la alacena su propio plato y un juego de palillos. También saca arroz de la nevera. Es preocupante lo poco que Jisung come últimamente, así que está decidido a colarle un poco en el plato.

Al dejarlo en la mesa, sin embargo, Jisung frunce el ceño.

—No quiero arroz.

—Tienes que comer más.

—Estoy bien con esto.

—Jisung...

Él levanta la cabeza, lo mira a los ojos, y el sentimiento ahí es tan hosco que hace a Minho tambalear. Sin embargo todas las miradas de Jisung son así últimamente. Como si Minho fuera una molestia de oír.

Minho no se lo toma personal. Su Jisung es caprichoso, igual que siempre lo ha sido.

—El arroz es importante para una dieta sana —canturrea, poniendo el arroz en el cuenco que trajo y deslizándolo junto a la comida de Jisung.

Él niega, pero no lo rechaza.

—No te soporto cuando dices cosas como esas —espeta.

Minho lo da por ganado, de todos modos. Jisung está angustiado y no sabe cómo lidiar con eso, así como olvida tomar cuidado de sí mismo. A Minho no le importa, pues para eso está ahí.

HEART OF GLASS | OS MINSUNGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora