Abrí los ojos, me encontraba en un hospital rodeada de doctores y enfermeras, y a una mujer que se veía agotada y que me cargaba con una sonrisa en su rostro.
Años después, desperté agitada de mi cama, un sueño horrible me atormentaba, algo me decía que está vida no duraría mucho.
Mis manos temblorosas recorrían mis mejillas a una temperatura fría, mi frente sudorosa, mis labios partidos y agrietados, y mi cuerpo a punto de desplomarse por el suelo.
Desperté cegada por una luz blanca, volví, al lugar donde había abierto los ojos por primera vez, raramente lo recordaba como si hubiera sido ayer.
Alguien hablaba con mis padres como si fuera en verdad algo malo, sentía como se espantaban, sus caras llenas de miedo, sus cuerpos agitados y sus voces temblorosas, intentaba decifrar que decían.
Al final meses después me enteré que tenía cáncer, mi hermoso cabello rojo había desaparecido con las quimioterapias y medicamentos, me volví más flaca de lo que nunca en mi vida había visto, perdí el color de mis mejillas rosadas, y mis huesos y pasos cada vez se debilitaban.
Esa noche entre mis pensamientos entendí y sentí que no me quedaba mucho tiempo, que ya era mi hora de despedirme y agradecer todo lo que me dieron y me dio está vida.
Me preguntaba cómo siendo tan pequeña podía entender la gravedad de la situación, y de aceptar las cosas y no tenerle miedo a nada.
A la mañana siguiente me despedí de mis padres, les dije que ya era hora, que lo sentía y les agradecí con todo con lágrimas en mis ojos, esperando una respuesta por parte de ellos.
Entre sollozos me dijeron que me amaban y que se rencontrarian conmigo más adelante.
Y esa noche sentí como mi alma se despegaba de mi cuerpo, como el cáncer me había consumido, como dejaba de respirar, como mi dolor desaparecía, y como al final me retiraba del mismo mundo que años atrás me había dado vida.
Tal vez no aproveche lo suficiente mi tiempo ahí, tal vez en vez de enojarme porque no me dieron un juguete o ser orgullosa no me hizo apreciar que tenía enfrente a dos padres maravillosos, y que aún así dieron todo y hasta el último grano de arena por intentar salvarme.
En este mundo la vida es algo tan hermoso, pero algo que te puede destruir, y dia con día hay que saber apreciarlo.