Día 1: Alergias (Superbat)

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1. Limpieza de primavera/ Alergias / Protector solar.

Clark miró al cielo. Desde lo alto de la azotea del Daily Planet, Metrópolis era un paisaje cliché de películas primaverales: El sol estaba en lo alto brillando como nunca, los pájaros cantaban al fondo melodías sin sentido y, si te fijabas bien, podías ver a cámara lenta como el viento despeluzaba los dientes de león con los que estaban adornados los alfeizares. Incluso, cuando respiraba, todo su ser se llenaba de un aire diferente y renovador contaminado con las flores voladoras.

Un estornudo.

—Salud.

Miró a su izquierda. El Sr. Wayne, fortuito acompañante por causas laborales, soltó una pequeña risa ante su reacción inesperada. Clark lo ignoró, para abrir y cerrar los ojos fastidiado; nunca antes había sentido tal sacudida de improviso causada por su propio cuerpo. Es decir, había escuchado a mucha gente estornudar antes, pero nunca había tenido el placer de experimentar uno.

Otro estornudo.

El Sr. Wayne estiró su mano con un pañuelo bordado en las esquinas. —Dinero, supongo.

Clark tomó el trozo de tela y se lo acercó a la nariz: olía con intensidad al Sr. Wayne A pesar de que llevaba casi dos horas en compañía el alfa, hasta ahora era consciente de su aroma. Había pensado que Bruce Wayne llevaba parches de olores, por lo que había tenido que imaginar el aroma a tierra recién mojada que los diarios de farándula se esmeraban en describir; jamás pensó que el olor del alfa le recordaría las mañanas de Smallville después de una noche de tormenta.

—Gracias.

Se limpió la nariz. El viento sopló de nuevo y le causó un tercer estornudo que hizo que todo su cuerpo se sacudiera y el alfa al lado suyo soltara otra risa.

—Amor. Creo que hoy puede estar de suerte, Sr. Kent.

—Esto nunca me había pasado.

—Pues has de ser de otro planeta, pero es más normal de lo que parece. —Clark negó. —No deberías acercarte a las flores, entonces, si eres alérgico.

—No soy alérgico a las flores. Soy de un campo. Nunca antes me había pasado.

El alfa se acercó hacia el borde, pasó la palma de la mano por encima de los dientes de león y estos se deshicieron con el toque comenzando a volar por todos los rincones ayudados por el viento. Clark retrocedió, sacudiendo su mano frente a su cara para evitar que volaran hacia él, pero no fue suficiente, otro estornudo lo obligó a sacudirse, seguido de otro y otro. Se sentía mareado, se alejó del borde y caminó lejos de los malvados dientes de león y del Sr. Wayne; esperaba que Perry apareciera pronto para poder librarse del incómodo momento.

—Me parece a mí que sí lo eres.

—Estoy totalmente seguro, Sr. Wayne, de que no es verdad.

Otro estornudo. Bruce Wayne lo miró con algo que a Clark le sabía a satisfacción personal. No dijo nada, no porque no tuviera nada que decir, sino porque otro estornudo lo atacó. Tal vez el alfa tenía un punto y sí era alérgico ¡pero eso no tenía sentido alguno! Estaba seguro de que su biología kryptoniana no tenía ese tipo de problemas. Fuera lo que fuera, sintió la mano ajena sobre su hombro en algo parecido a la compasión.

—Tal vez deberíamos volver adentro.

Clark asintió, agradecido de no tener que seguir lidiando con aquella incómoda situación, aunque eso no significó que tres estornudos más, antes de llegar a la puerta, lo volvieran a asaltar reafirmando el punto del Sr. Wayne que, a ese punto, parecía más preocupado que animoso de seguir molestando. Por suerte, una vez que la puerta de la azotea estuvo cerrada y el viento fresco de las mañanas de mayo no tuvo más por donde circular, los estornudos se detuvieron, aún así, los ojos, que habían empezado a llorarle, siguieron rojos y tuvo que volver a parpadear para aclarar su visión.

Clark Kent Week 2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora