Capítulo VIII: EL hijo de Odín

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La carroza de Thor llegó a una casa rústica, un tanto pequeña de fachada roja con blanco, varias flores adornando la parte de afuera era acicalada por hermosas flores de todos los colores pensables, más aparte en las paredes se pudo notar varios símbolos escandinavos antiguos, mostrando que Mildri de verdad seguía las antiguas tradiciones de sus antepasados.

Al bajarse el carruaje desapareció y dejo libres a las cabras, mientras que la mujer fue a abrir la puerta de la casa, siendo seguida por Thor, él cual volteó a ver a Tanngrisnir y Tanngnjóstr.

—Mantengan guardia.

Las dos se acostaron en el suelo.

El interior de la vivienda no era tan diferente a la parte de afuera, con un altar con runas, cuernos vikingos y estatuillas donde el dios del trueno logró ubicar una de él y de su padre Odin, otra de Freyja y su hermano, incluso una de Heimdall.

Era alumbrado por varias velas con runas talladas en ellas.

Sin embargo, lo que captó más su atención fue que aquella foto del café estaba en aquel sagrario, la del hombre joven y el anciano con armadura de antaño.

—Por favor, toma asiento —dijo Mldri, señalando una silla.

EL dios asintió y se sentó, aun viendo alrededor de él, notando más cosas cómo cuadros de deidades y esos hombres.

—¿Qué les pasó? —preguntó la deidad.

La mujer dejó salir un suspiro mientras trajo una charola con dos vasos y una botella de Hidromiel.

—Son mi padre Brand Dahl y mi...prometido Gudrun, los dos fallecieron hace unos años —la voz de la fémina era apenas un susurro.

—¿Fueron fieros guerreros supongo?

—Si, estoy orgulloso de ambos, perecieron queriendo cuidar el templo encima de la montaña Gaustatoppen, querían demolerlo hace años, quedaron haciendo guardia, pero fueron emboscado por gente de los que querían comprar el sitio y desaparecieron.

La mujer intento que no se le quebrara la voz, desvió la mirada y se limpió con una servilleta.

—Deben de estar sentados a lado de mi padre en él Valhalla —por primera vez Mildri vio sonreír al dios del trueno.

De cierta manera esto detuvo las lágrimas de la mujer, quien tenía los ojos sobre aquel imponente ser, se sintió mejor, cómo si un peso se hubiera levantado de su pecho al mismo tiempo de que volteó a ver la foto de sus seres queridos, recordándolos con esa amable sonrisa.

—Gracias...por eso mi señor.

—No es nada, sólo digo la verdad. Aparte por lo que puedo ver ustedes son muy creyentes de nosotros ¿verdad? —preguntó Thor.

—Mi padre nos guió por este camino y no nos dejó caer nunca —sonrió Mildri —, sé que ambos murieron haciendo lo que su convicción les dijo que estaría bien, protegiendo nuestros lugares sagrados.

—Y créeme que se los agradecemos, personas cómo ustedes son las que hacen que nuestra infinita existencia sea más llevadera —comentó Thor.

Mildri se sentó junto al dios y comenzaron a tomar un poco.

—Entonces ¿cree que van a querer destruir los templos? —preguntó la chica.

—Es lo más probable, cómo te comenté sería una manera de mermar nuestro poder.

Mildri analizó lo dicho por Thor y tenía mucho sentido, pero lo que la ponía intranquila era lo que le podría pasar a su pueblo, siendo una de las comunidades paganas más numerosa de todas, ¿Los atacarían aquello funestos enemigos? ¿Podrían los habitantes defenderse de ellos?

A través del mito ll: Corazón de ValquiriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora