Capítulo 1: Un Encuentro en la Corte

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Narrado por Amalia Sinclair

La brisa primaveral acariciaba mi rostro mientras caminaba por las empedradas calles de Londres. Los rayos del sol iluminaban los coloridos edificios, llenando el ambiente con una energía vibrante. Era el año 1662, y yo, Amalia Sinclair, una joven de noble cuna, me encontraba en pleno florecimiento de mi vida.

Recordaba con cariño mi infancia junto a mi hermana menor, Lady Isabella Sinclair. Fuimos criadas en un hogar donde se valoraba la educación y el refinamiento. A medida que crecíamos, nuestras bellezas se destacaban y nos convertimos en las señoritas más admiradas de Londres. Sin embargo, era yo, la mayor de las hermanas, quien estaba en edad de asistir a los prestigiosos bailes oficiales.

Fue en uno de aquellos bailes donde mi destino dio un giro inesperado. Allí, entre la multitud de elegantes trajes y risas melodiosas, fui cortejada por el apuesto Marqués Lord Edward Monfort. Su presencia imponente y su mirada penetrante me cautivaron desde el primer instante. Edward era joven, apenas contaba con 21 años, pero su porte aristocrático y su estatura elevada despertaban suspiros en todas las damas de la alta sociedad.

Pero no solo su apariencia me atrajo, sino también su encanto y caballerosidad. Edward provenía de una familia respetada, y su padre había fallecido el año anterior, dejándolo como único heredero de un título y una fortuna considerable. A medida que nuestras conversaciones se volvían más frecuentes, pude apreciar su inteligencia y buen corazón. Pronto, el cortejo se convirtió en un romance apasionado, y nuestras almas se fundieron en un amor que parecía inquebrantable. Incluso podría jurar que el día de mi boda derrochaba felicidad por cada poro de mi piel.

La noche de bodas marcó un hito en mi vida. El florecimiento del amor se hizo evidente mientras Edward me trataba con delicadeza y ternura. Cada gesto suyo, cada palabra susurrada al oído, me llenaba de felicidad. Juntos, asistíamos a eventos y fiestas, donde nuestro amor era palpable para todos los que nos rodeaban.

Sin embargo, como en toda historia de ensueño, había obstáculos que debíamos enfrentar. Uno de ellos era la llegada de mi suegra para nuestro encuentro nupcial, la Marquesa Viuda Emilia de Monfort, a nuestro palacio. Desde el primer momento, pude percibir su desaprobación hacia mi persona. No me consideraba digna de formar parte de su familia y hacía todo lo posible para hacerme sentir incómoda en su presencia. Sus constantes críticas y comentarios mordaces desde el día de la boda generaban tensiones entre Edward y yo.

A pesar de las dificultades, nuestro amor parecía resistir cualquier tormenta. Pero todo cambió cuando, en uno de los bailes a los que asistimos, me tropecé con un apuesto caballero. Era Lord William Harrington, hijo del Duque Dominic Harrington. Sus ojos se encontraron con los míos, y en ese instante, quedé deslumbrada por su belleza y magnetismo. Sin embargo, mi hermana Isabella, había caído perdidamente enamorada de Lord William, y por lealtad a ella, preferí mantenernos distantes y limitar nuestra conexión a unas miradas furtivas en ese encuentro.

A medida que me adaptaba a mi nuevo papel como Marquesa de Monfort, comenzaron a surgir intrigas entre mi esposo. Intrigas sembradas por su madre,  la Marquesa Viuda, cosa que no me gustaba en absoluto.

No obstante, mientras lidiaba con todos esos problemas, un antiguo amigo mío, Lord Sebastian Beaumont, reapareció en mi vida. La intensa atracción que existía entre nosotros se hizo evidente a través de cartas que aún conservo. Me encontré en una encrucijada, debatiéndome entre el amor que sentía por Edward y la pasión arrebatadora que despertaba en mí Lord Beaumont. Pero debía tener cuidado, pues mi esposo comenzaba a sospechar algo y sinceramente Sebastian solo era una sombra del pasado que me arrojaba vientos de luz en esa época.

Mientras tanto, en la corte de Whitehall, la noticia de la muerte prematura del hijo del Rey envolvía a todos en un ambiente de tristeza y conmoción. Decidí acompañar a Edward a presentar nuestras condolencias a Sus Majestades, donde tuve la oportunidad de reencontrarme con Lady Serena Hastings. Ya nos habíamos conocido en un baile anterior y habíamos entablado una amistad especial. Al salir, acordamos tomar el té juntas para compartir nuestras experiencias y anhelos.

El regreso de Lord Sebastian Beaumont a mi vida tenía un significado mucho más profundo de lo que en un principio había imaginado. No regresó  por mí, sino para convertirse en confidente de la Reina Catalina Braganza. Debo de confesar que me molestó mucho pensar que se había dado cuenta que me quería cuando no fue así , volvió por deber. Esta nueva complicación añadía un nivel de complejidad a nuestra relación, ya que ahora mis lealtades se encontraban en juego, y mi corazón se debatía entre el amor, el deber y los secretos que aún no sabía ya  amenazaban con destruir todo lo que conocía.

Así comenzaba mi historia, una historia de amor, intriga y peligros palaciegos. No tenía idea de los desafíos que aún estaban por venir ni de cómo estos afectarían mi vida y el destino de aquellos que me rodeaban. Pero estaba dispuesta a enfrentarlos con valentía y determinación, pues mi corazón estaba lleno de amor y mis sueños eran más fuertes que cualquier adversidad. Dentro de mi había un huracán y toda esa fuerza y energía la guarde en mi baúl aquel que llevaba siempre conmigo y que a día de hoy 30 años después sigo guardando.

El Baúl de la MarquesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora