Prólogo

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El ser humano, una especie que muchos han catalogado como el pináculo de la perfección dentro del reino animal... ¿Esto realmente es así?

Han pasado años, incluso milenios desde que la raza humana vio por primera vez los rayos de sol de este mundo, desde la primera vez que llegaron a la vida, y a lo largo de todos esos años, vivieron un sinfín de experiencias que los hicieron crecer como especie, y muchas otras que los hicieron retroceder los pasos que ya habían dado... A pesar de todos estos avances y retrocesos, siempre existió una característica que se mantenía impregnada en los seres humanos y que nunca cambiaba a pesar del paso de los años, y esta era nada más y nada menos que el egoísmo... el egoísmo gobernaba los corazones de todos y cada uno de los humanos, sin importar quien fuera, estos pensaban por y para sí mismos, incluso, aquellos que daban su vida por apoyar a otros, no lo hacían con otro fin que no fuera el de sentirse bien consigo mismos, ocultando su propio egoísmo con "buenas" acciones.

Pero no todo era egoísmo bondadoso, había otros humanos, que, con esta persistente característica, lograron grandes cosas, como liderar a otros humanos, ser un guía, ser una imagen de grandeza y superación. Y así fue, como se crearon los primeros reinos, el egoísmo de algunos, por su hambre de grandeza, les ayudó a unificarse para crear las naciones que conocemos hoy en día, sin embargo; no todo en esta vida es perfecto, y mucho menos aquello nacido del egoísmo, y es que, con la creación de los reinos, también se crearon las divisiones entre estos; los humanos ya no se veían entre ellos como iguales, si no que esta etiqueta de pertenecer a determinada nación, les creaba un sentimiento de superioridad que en realidad resultaba un tanto amargo ante otros que no fueran como ellos, creando como consecuencia las guerras, las cuales eran nacidas a partir del odio a aquello que era diferente, por el simple hecho de nacer en una tierra alejada a la propia; nacidas también de la ambición de sus gobernantes por querer más, y más para sí mismos, engrandecer su reino, sus riquezas y su poderío. ¿Acaso estas peleas podrían ser consideradas como parte de "aquella perfección de la humanidad"? O es que acaso la humanidad nunca fue perfecta, y esta impureza dañaría los corazones de las almas humanas que no buscaban la tan ansiada grandeza...

Y los reinos de Nyls y Hashara no eran más que una prueba de eso, dos reinos separados por el egoísmo, pero unificados por el beneficio de una posible paz, que quizá causase más de algún maleficio...

El Gris de la Guerra |SAGA PRÓLOGO|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora