Capítulo 3

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I

El reino de Hashara era la completa antítesis del reino de Nyls. Este también se desprendería de Nyshara hace casi 200 años, pero a gran diferencia de su reino hermano, Hashara logró ser conocida como la capital del comercio, pues la alegría que rebosaba durante el día era incomparable, todo el reino era llenado de fiestas y comercios por todos lados, la felicidad de sus ciudadanos no tenía nombre, y los comerciantes extranjeros no dudaban en asistir a cualquier evento Hashariano con el único fin de ser contagiados por la alegría que el reino tenía para brindar.

No obstante, y al igual que Nyls, esta no era la única cara que Hashara tenía que mostrar, esta "alegría y diversión" duraba tan solo unas pocas horas, ya que al caer la noche, Hashara se convertía en el reino más lúgubre e inseguro del continente. Asesinos, atracadores y espías con nulo conocimiento de la ética y la moral deambulaban por las nocturnas calles de Hashara, tal era la lacra que se almacenaba ahí, que incluso el crimen llegaba a ser incontrolable para los soldados del reino, pues la escasa luz brindada a esas horas era una excelente herramienta para todo tipo de delincuente que allí residiera. Por esto mismo, los Hasharianos acostumbraban a no salir de noche, pues el peligro era tal, que incluso salir por escasos segundos a deambular la nocturna Hashara podía implicar la prematura muerte de aquel valiente que se atreviera a dar su paseo.

II

Era una triste y lúgubre noche en el reino de Hashara cuando el fuerte sonido de dos metales al chocar resonó con fuerza. Dentro de la zona de entrenamiento del castillo real Hashariano se hacía presente una gran batalla entre una grácil guerrera y un soldado bien armado, la guerrera era ágil y veloz, sus movimientos con la lanza hacían gala de su elegancia y belleza, sin embargo, sus golpes eran certeros y letales. El soldado no tenía ningún tipo de oportunidad de defenderse a los ataques de la guerrera, pues la velocidad de esta le superaba a la suya por bastante, por lo que un tajo de lanza más fue suficiente para mandar por los aires al pobre soldado.

Un estruendoso ruido metálico resonó por todo el castillo, el soldado y su pesada armadura habían caído bruscamente, dejando aturdido y derrotado al hombre, quien observó cómo la guerrera se acercaba lentamente a él, colocando el pie derecho sobre su pecho, ejerciendo enorme presión para que no pudiera siquiera pensar en levantarse, a la par, sostenía su lanza apuntando al cuello, por lo que no podía hacer nada más que observar con incredulidad la bestial fuerza de la chica.

La guerrera era bella, poseía un largo y dorado cabello, sus ojos eran de un color carmesí oscuro, muy al tinto y sus facciones eran delicadas pero amenazantes, en su mano portaba el símbolo de un sol, y vestía una elegante armadura de color blanco.

- A... Admito mi derrota Princesa Nina por favor... déjeme retirarme...- Exclamó entre gemidos de cansancio el derrotado soldado.

La elegante guerrera no era nada más ni nada menos que la futura heredera del trono Hashariano, la princesa Nina D Hashara. Una dama alejada del estándar de princesa ya habituado en otros continentes, la princesa Nina siempre fue una hábil guerrera deseosa por combatir con oponentes fuertes, esto la llevaría a ser entrenada en el ámbito de la guerra desde muy temprana edad, derrotando incluso a tenientes de alto rango del ejército Hashariano; sus victorias no llegaban más allá de soldados de su propio ejército, debido a que nunca se le permitió salir a explorar el mundo, y mucho menos luchar contra oponentes de otras naciones, por lo que la visión de su propia fuerza era nublada por oponentes que incluso en ocasiones, le daban ventajas para que esta resultara victoriosa al ser la princesa.

-Estuviste muy bien soldado, pero mis habilidades fueron superiores, espero que la próxima vez que nos enfrentemos tu habilidad haya mejorado y tengamos un combate más arduo. - Exclamó la noble con orgullo.

El Gris de la Guerra |SAGA PRÓLOGO|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora