☁️ En la eternidad.

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Un hombre en su casita estaba solo, cansado, viejo y triste.
No tenía a nadie realmente para ser feliz, sus amigos tenían a sus propias familias por las cuales preocuparse, no podían procurar su felicidad cuando está hace mucho tiempo se había ido.

Mark, su único amigo y cuñado en las mismas situaciones que él, estaba tratando de conocer la felicidad de nuevo, y aunque no lo conseguía siempre, el hablar de su amor ya no lo hacia llorar, al contrario, reía al contarle las incontables historias que había tenido con su "Hyuckie"

Ese día en especial era su cumpleaños, se levantó temprano y de un muy buen humor, hizo su desayuno y después de dio un baño. Fue al sótano y de unas cajas de cartón sacó un suéter polar delgado a cuadros en blanco y negro, sonrió y subió las escaleras.

Al llegar a su habitación, se paro frente al espejo y se puso aquel suéter, al mirar su reflejo las lágrimas brotaron de nuevo, sentía que lo estaba abrazando.

Respiro hondo y después fue de nuevo a la cocina para preparar un delicioso pastel de vainilla con durazno.

- Cariño... ¿Vendrás a visitarme hoy? - Preguntó el viejito mientras revolvía la harina con los huevos y la leche. - Quiero ir contigo, creo que estoy listo.

Nadie respondió, el aire gélido entraba por la ventana abierta, pero poco le importaba cuando curiosamente sentía que estaba siendo envuelto por algo cálido.

El tiempo paso, y el pastel estaba siendo horneado, él estaba sentado en una mesita que estaba en la cocina. Veía por la ventana -ya cerrada- las estrellas de la noche, no podía creer lo increíble que era el universo.

Asimilar que solo somos partículas del mundo siendo llevadas por el viento, que somos tan diminutos como una hormiga, y aún así las cosas nos duelen tanto como si se nos viniera el universo encima.

Se estaba quedando dormido en la cocina, apenas y el reloj marcaba las 6 de la tarde, hacer el pastel le había tomado más tiempo de lo esperado, entre risas, llantos, recuerdos y llamadas de felicitaciones, el día no le duró tanto.

¿Qué podía hacer? Extrañaba tanto a su compañero de vida, le dolía como si apenas lo hubiera perdido, estaba cansado de sentir, llorar y solo recordar.

Fue a la sala de estar, tomó una hoja blanca y una pluma de tinta negra, escribiría una última carta, hoy se iba a despedir de recordar, hoy soñaría con él por última vez, hoy le diría que lo amaba hasta cansarse y quedarse dormido.

Así que empezó.

"Parece que fue ayer cuando te lleve por última vez al río Han, como si me hubieras sonreído mientras caminabas por el agua y poco a poco soltabas mi mano.

No te voy a mentir, me dolió mucho cuando te fuiste, sentía que me moría.
Sentía que el aire no me alcanzaba y que todo se veía lejano, cada día era más frío, más doloroso, más pesado.

Muchas veces soñaba contigo, y después despertaba llorando. Algunas veces incluso te buscaba por toda la casa, porque me parecía tan irreal que te fueras de mí, que un día despertara y ya no estuvieras a mi lado para verme mientras dormía.

Estoy cansado, amor. Estoy triste, solo, me siento mal, estoy desesperado y ya no sé qué hacer. No puedo creer que todo este tiempo haya podido vivir sin ti.

Si Tú No Estás | Nomin ☆ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora