Gore.

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21 de junio.

Lo primero que noto al despertar es un olor putrefacto y siento algo mojado en mis dedos, creo que es agua. Abro los ojos y veo el liquido que es sangre. Después te veo a ti, caminando de un lado para el otro con una botella de cerveza en la manos. Ves que despierto y te aceras rápidamente y tratas de levantarme pero resbalas con la sangre  y caes y junto a ti la botella, creo que ha caído sobre mi cabeza, porque me duele mientras siento que algo empieza a caer por mi pómulo al llegar a mi boca, la abro para ver que es. Sabe a sangre y cerveza. Después de eso me desmayo.

Cuando vuelvo a despertar. Aun tengo el dolor, y ya no estas. Me levanto lentamente y con dificultad. Al levantarme me doy cuanta de que estoy sangrando y no es por el periodo. Como puedo camino al teléfono y llamo a la Policía. Apenas le pude decir la dirección antes de caer desmayada nuevamente.

Al despertar lo único que noto es un techo blanco. Creo que estoy en el hospital.

Una enfermera se acerca rápidamente y me pregunta como me llamo, donde vivo y quien me lastimo asi.
La miro y en lo único que puedo pensar es en mi bebé. Para cuando le pregunte eso, ella calla. Luego de eso entra el doctor. Me dice que es un milagro que este bien. Y tampoco me habla de mi bebé. No tengo la fuerza suficiente para preguntar.
Al día siguiente, me toca otra enfermera, a esta le pregunto y nuevamente ignora mi pregunta.
Llega la tarde y te veo entrar a la habitación. Estas. Te vez. Eres. Como el hombre a quien amo, llevas una camisa y unos pantalones y zapatos de gala. El doctor entra tras tuyo. Me dice que estoy evolucionando y que es un milagro después del aborto que tuve. Mi ojos comienzan a llenarse de lágrimas. Me obligo a hablar y sonreír. En cuanto te vas y las enfermeras me dejan también en paz. Me levanto, camino hacia la ventana, la abro, creo que estamos en el piso 5 o algo así. Miro al cielo y me imaginó como hubiera sido la carita de mi bebé y luego empiezo a recordar todas esas veces que me golpeaste, humillaste. Me obligo a dejar de pensar y miro hacia abajo. Me subo a la ventana y me vuelvo a imaginar a mi bebé y a mí. Cuando voy a saltar, escuchó gritos, no me importa. Y salto con la imagen de quien segun yo, sería mi bebé.

Relatos de una mujer golpeada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora