Hacía un poco de frío aquella tarde. Anya lleva puestos los cascos mientras va en el coche con su madre. Va escuchando a Katy Perry. Su puesta en escena, su voz... Todo.
- Hija, casi hemos llegado.
Anya está mirando por la ventana del coche, y no presta atención a su madre. Por el camino se paran en un montón de semáforos, y en una de las calles han pillado atasco. Se aburre de estar parada y de ver todo el rato lo mismo por la ventana.
- Mamá.
La madre se gira y le hace un gesto para preguntar qué quiere.
- ¿Está muy lejos de aquí?
- No. Ya queda poco.
Las dos se quedan dos minutos en silencio.
- Y, ¿por qué tengo que ir con él?
- Porque todavía eres menor y por lo que pasó.
- Sólo queda un mes para mí cumple. Y lo otro...
- Lo otro pasó, y punto. Y desde ese momento no queremos dejarte la casa para ti sola mucho tiempo. Y menos te la vamos a dejar si se trata de que tus padres se vayan a trabajar a Barcelona por unos cuantos meses. ¿Entendido?
- Sí, sí.
Anya lo admite, pero no delante de su madre, en esa noche pasaron cosas que no debieron de pasar nunca. Fue una irresponsabilidad de su parte. Sus padres confiaban en ella, en que aquel fin de semana no haría nada. Y mira que se lo repitieron veces.
- Por fin. - Dice Rebeca.
Anya mira a su madre y ve que los coches ya se empiezan a mover.
- Menos mal, ya pensé que íbamos a estar aquí toda la vida. - Dice Anya mientras se pone los cascos otra vez.
Su madre no responde. Anya supone que estará molesta por la conversación de esa noche. Todavía no se le habrá borrado la imagen de la cabeza. Ni a ella tampoco. A la vez de especial fue un poco caótica. Pero en fin, lo pasado, pasado está y ahora hay que seguir adelante.
- En cinco minutos estamos.
- Vale.
Anya se va quitando sus cascos violetas y los guarda en su bolso negro. Dos calles más abajo, ya han llegado. El volkswagen blanco de su madre entra en el parking que hay al lado de un bloque de casas. No parece haber ningún sitio. Dan una vuelta por dos calles del parking.
- Si no encuentro sitio, vas a tener que subir tu sola. Te coges la maleta y te subes, yo te indico el portal.
- No mamá, tú me acompañas. No conozco de nada a Lucas, me da vergüenza. - Dice Anya con los ojos muy abiertos.
No quiere subir sola a aquella casa. Además, su madre es su tía, son de la familia y es de lógica que tenga que hacerle una visita de cinco minutos.
Aquel parking es muy grande, tendrá unas siete calles más. Al llegar a la quinta, encuentran sitio.
- ¡Qué alivio! - Suspira Anya.
- No querías subir sola, ¿eh? - Ríe su madre.
- Pues no.
Una vez parado y aparcado el coche, Anya se baja de la parte de atrás del coche, estira sus brazos con todas sus fuerzas hacia arriba y va al maletero, donde su madre ya le ha sacado la maleta.
- Gracias.
La casa está enfrente del parking, tampoco van a tener que andar mucho. Lo bueno es que está cerca de donde estudia Anya. Después de andar unos tres minutos, sin hablar en todo el camino entre ambas, llegan al portal. Es el número cincuenta y siete.
- ¿Qué piso es?
- El cuarto C.
Rebeca llama al telefonillo, y habla una voz masculina.
- Nosotras, Lucas.
- Vale.
Lucas abre la puerta desde arriba y las dos chicas pasan. Llaman al ascensor, que se encuentra en frente. En una pequeña pantalla en la parte de arriba del ascensor, pone que se encuentra en la planta número tres. Aún así el ascensor no tarda en bajar. Entran y pulsan el número cuatro. Se abren las puertas y Anya sale la primera, ve que a su derecha hay una persona en la puerta.
- Aquí, Anya.
Rebeca le da un leve golpe a su hija para que avance. Ésta reacciona enseguida. En apenas cinco segundos han llegado a la puerta.
- Hola Lucas, ¿qué tal estás? - Pregunta Rebeca dándole dos besos.
- Pues muy bien, organizando un poco la habitación de Anya. - Es entonces cuando Lucas vuelve a mirar a su prima. - Hola Anya.
- Ho... Hola.
- Está un poquito nerviosa, ya sabes, hace muchísimo que no os veis.
- Suele pasar. Adelante, pasar.
Anya entra, pero su madre no.
- Yo tengo que irme ya, no puedo pasar en este momento. Cuando vuelva te aseguro que estaré un rato y me cuentas que tal con Anya.
- Vale, no hay problema. Buen viaje.
- Gracias. Anya, pórtate bien.
- Que sí mamá, no soy ninguna cría.
- Más te vale. Adiós Lucas. - Se vuelve a despedir de él dándole otros dos besos.
Nada más girarse Rebeca, Lucas cierra la puerta y mira sonriente a Anya, se está de pie con su maleta violeta a escasos metros de él.
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Mundos diferentes
Teen FictionSi te gustan las historias de amor, desamor, engaños... juveniles, sigue leyendo esta historia llena de aventura.