Cuando te enamoraste de Emily yo lo estaba de Miguel o tal vez de Javier . . .
Ya me acordé, era de Miguel a quien le otorgo el título de mi primer amor.
—Escuché que Javier tiene una novia que está en quinto.
—¿Es mayor que él?
—Yo escuché que esta en la escolta.
Las chicas de cuarto año hablaban de mí, la mitad del salón estaba en el baño y Javier y yo éramos el tema de conversación porque la profesora de ingles me había atrapado con una carta en las manos y antes de que terminara la clase fue a devolvérsela a su remitente.
—Ahí está, pregúntale.
Miré a la niña que se me acercaba mientras comenzaba a lavarme las manos para volver al salón de clases.
—Oye, ¿tú... eres la novia de Javier?.
Al principio me dio risa, no lo pude evitar y ellas tampoco y aunque años mas tarde al recordarlo me diría a mi misma: Ojalá fuera la novia de Javier porque es un chico increíble, solo me quedaría ese sentimiento cuando escuchara su nombre en voz alta o cuando lo observara pasar desde el otro lado de la calle para no mirarme a los ojos.
—Solo hay un Javier en tu salón ¿no es así?
—Si —respondió con curiosidad —. Dice que eres su novia y que cantas...
—No, yo soy la novia de Miguel Angel.
Todavía recuerdo el chillido que pegó la chica cuando le solté la verdad, cuando las demás comenzaron a lanzarme una bomba de preguntas sobre cómo, cuando, dónde, por qué o que me gustaba de él.
—Desde Noviembre, específicamente dos días antes del desfile.
—¿Cómo te lo pidió?
—Me envió una nota con uno de sus amigos, creo que se llama Jesus. ¿Lo conocen?, tiene un hermano como de este vuelo —contesté palpando el lavamanos —. Es al que el otro día el profe Paco le dejó caer el micrófono en la cabeza, ¿Chuchin?.
—Si, sabemos quien es —contestaron al unísono ansiosas porque continuara la historia.
—Ese día tenía un examen muy importante por lo de la Olimpiada de Matematicas y tenía que estar muy concentrada. Cuando terminé Chuchin me detuvo para entregarme la nota de Miguel y básicamente me preguntaba si quería ser su novia.
—Y le dijiste que si —terminó una de ellas.
—Y por eso estamos aquí.
—¿Y tú lo quieres?
No podía contener la sonrisa que me provocaba pensar en Miguel, él me gustaba desde que tenía ocho años, cuando almorzábamos juntos sobre las ramas de un árbol.
—Si y mucho.
Las chicas volvieron a gritar y de no ser por una maestra que salió de los baños supongo que nos habrían reportado a todas por andar perdiendo el tiempo.
Ese día las niñas de cuarto año y Javier se enteraron de lo mío con Miguel, estaba feliz, estaba contenta y estaba tranquila. Mis padres no sabían nada al respecto a pesar de vivírsela en la escuela, así que amaba los momentos en los que nos mirábamos y ellos estaban cerca, porque era jodidamente peligroso que se enteraran de eso, pues a sus ojos mi único deber era concentrarme en mis clases y mantener mi promedio arriba de nueve.
Así que no mamá y papá, no me gustaba ir a la escuela porque me gustara estudiar incluso fuera del horario asignado, ni me gustaban los lunes porque eran los días en los que portaba la bandera en los honores como siempre habían querido.
Me gustaban los lunes porque antes de salir a la explanada Miguel y yo intercambiábamos miradas durante la formación, me gustaba ir a la escuela porque en la hora del recreo Miguel y yo nos encontrábamos en los estacionamientos y me gustaba la hora de física porque era el pretexto perfecto para acercarme a la ventana del salón de Miguel.
Pero claro eso fue... antes de que todo se fuera a la mierda.
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Todas mis cartas a Oswaldo © ✔️
Short StoryNo fue una ni mucho menos dos, tampoco se quedaron en tres pero se que casi llegaban a mil. La primera pregunta: ¿Por qué de la nada dejé de recibirlas? La segunda: ¿Por qué después de eso seguí escribiéndolas? Portada elaborada por @Cabushtak ✨ ©To...