Capitulo 1

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El doctor y abogado Mario Bustamante, era reconocido por resolver asesinatos y  estafar a personas que, desesperadamente, buscaban alguien que lo ayude a no perder todo (o lo poco) que tenían, para muchos era un gran embustero, un capo de la mentira y de distorsionar los casos siempre a su favor. Él, con el tiempo fue ganando prestigio, como también enemigos íntimos y públicos, hasta que pudo edificar su propio estudio en la calle Paraguay al 600.Al crear su propio estudio, decidió contratar a una secretaria, pero no cualquiera, aquella debería ser joven y bella. Estos requisitos se debían a que él, era un hombre sumamente machista, adoraba a las mujeres jóvenes y hermosas, solamente pensaba en seducirlas y sacarles el jugo al máximo.

Aunque estos requisitos fueran algo ilógicos e incoherentes, muchas chicas hicieron la entrevista para el puesto de secretaria del estudio. Ya que Mario era considerado como un galán para la platea femenina y un excéntrico (aunque fuera lo contrario) para la sociedad.

En la entrevista, el doctor solo se dejaba llevar por sus instintos y su deseo sexual, argumentando con palabras elegantes, que le faltaban o no a las postulantes. Desde rubias despampanantes hasta morochas infernales llegaban al despacho del abogado para conseguir trabajo. Pero solo una le intereso demasiado que se quedo pensando en ella, era la número 9 (así las distinguía a todas), una morocha con lindas y carnosas piernas, pelo largo y lacio, ojos café, con buen busto y cola operada (según el doctor). Al verla, Mario quedo interesado y dejo de prestarle atención a las otras chicas que la sucedieron, en ese momento se dio cuenta que ella era la indicada para el puesto, ¿su nombre? Paulina Leguizamón.

La última chica salió de la entrevista a las 17:30, y tan solo 5 minutos le basto para decidir a quién, ya tenía pensado darle el trabajo. Salió del despacho y observo alrededor de 15 chicas que se habían quedado a esperar el resultado. Al pronunciar el nombre de Paulina, la morocha se sintió algo sorprendida, pero alagada que le den el trabajo, ante las miradas de las perdedoras que solo contemplaban su derrota con envidia  y rencor. Mientras la joven festejaba, Mario aprovecho para abrazarla y palpar sus atributos, mientras la felicitaba y le recordaba que llegue a las 8:00 Am el lunes. Paulina, ante la emoción y la alegría, dejo pasar ese toqueteo, y solo pensó en lo que le esperaría el lunes.

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