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En los misteriosos suburbios de Tokyo, el año 2005 marcaba el inicio de una historia que cambiaría las vidas de dos adolescentes. Tsukui era una chica de complexión media, con una melena larga y sedosa de color castaño que caía en suaves ondas sobre sus hombros. Sus ojos marrones brillaban con una chispa de determinación , ocultando la carga que llevaba sobre sus hombros desde la trágica muerte de sus padres. A pesar de su apariencia serena, su mirada transmitía una cierta tristeza interior que ocultaba con su sonrisa o tranquilidad, para poder sacar adelante a su familia, su querido hermano Asahi de tan sólo 6 años.

En contraste, se encontraba Inui, un chico de estatura media y complexión delgada. Su piel pálida parecía contrastar con una cicatriz visible en su ojo izquierdo, una quemadura que había dejado una marca indeleble en su rostro. Aquella cicatriz era el recordatorio constante de un incendio que había consumido su hogar cuando aun era un niño. A través de sus ojos verdes, se podía vislumbrar un torrente de emociones: dolor, ira y la necesidad de encontrar un propósito en medio del caos que lo rodeaba, sumado a la ajetreada vida que llevada sumido entre las pandillas, las peleas y la delincuencia. A pesar de esto, este siempre se mostraba con una personalidad tranquila y silenciosa, manteniendo una cara inexpresiva, incluso cuando realizaba sus aficiones o su trabajo como mecánico.

En el tumultuoso ambiente de Tokyo en aquellos días, el destino decidió entrelazar las vidas de Tsukui e Inui en un encuentro inesperado, comenzando así nuestra historia.

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Un día en la vida de Tsukui era un constante vaivén de responsabilidades y desafíos. Desde el amanecer, ella se levantaba temprano, antes de que su hermano se despertase. Con su cabello recogido en una coleta alta salió de casa apresurada comenzando la rutina que siempre se repetía tras el infausto día, asumiendo todas las responsabilidades de un adulto con 16 años.

Vivían en un barrio peligroso, donde las pandillas acechaban en cada esquina. Tsukui siempre mantenía la guardia alta, sabiendo que cada paso que daba podía llevarla a encontrarse con gente peligrosa. Sin embargo, eso no la detenía. Aunque temerosa, su amor por su hermano Asahi la impulsaba a seguir adelante.

Su primer trabajo comenzaba temprano en la mañana, antes de que el sol se alzara en el horizonte. Tsukui se deslizaba sigilosamente por las calles silenciosas, con el corazón latiendo con ansiedad. Era difícil evitar el ruido y la violencia en su vecindario, pero ella sabía que tenía que seguir adelante para asegurarse de que su hermano tuviera lo suficiente para sobrevivir.

La vecina, una amable anciana que se había convertido en una especie de figura materna para Tsukui y Asahi, estaba allí para ayudar en los momentos en que Tsukui no podía estar presente. Cuidaba de Asahi con cariño y paciencia, brindando el apoyo que tanto necesitaban. Tsukui estaba profundamente agradecida por su presencia y sabía que, aunque estuvieran rodeados de peligro, había personas en las que podía confiar.

El día continuaba con trabajos agotadores y mal remunerados. Tsukui iba de un lugar a otro, desempeñando múltiples roles para asegurarse de que el dinero alcanzara para cubrir las necesidades básicas. A veces trabajaba en un pequeño café, sirviendo a los clientes con una sonrisa en su rostro a pesar del cansancio. Otras veces, se encontraba limpiando oficinas hasta altas horas de la noche, intentando mantenerse alejada de las miradas curiosas y peligrosas.

En su lucha diaria, Tsukui encontraba pequeños momentos de felicidad y esperanza. Cuando volvía a casa, agotada pero satisfecha por su arduo trabajo, encontraba a Asahi jugando con la vecina, riendo y disfrutando de esos momentos de inocencia que aún les quedaban. En esos momentos, Tsukui encontraba fuerzas renovadas y una razón para seguir adelante.

A medida que el sol se ponía y las sombras se alargaban, Tsukui sabía que tenía que mantenerse alerta mientras caminaba de regreso a casa. Evitaba las calles oscuras y los callejones solitarios, intentando evitar encontronazos con las pandillas que acechaban en la oscuridad. Sabía que su seguridad y la de Asahi dependían de su capacidad para esquivar los peligros de su entorno.

A pesar del miedo siempre lograba llegar a casa que...mientras Tsukui se dirigía a casa, sus pasos se vieron interrumpidos por un grito desgarrador que resonaba en el aire. Su corazón se aceleró, y sin pensarlo dos veces, siguió el sonido hasta un parque cercano. Allí, su peor temor se hizo realidad: unos matones estaban golpeando brutalmente a un indefenso niño.

Tsukui se acercó rápidamente, su voz resonó con desconfianza,  mientras enfrentaba a los matones. "¡Dejen de hacerle daño! ¡Déjenlo en paz!", exclamó, su voz temblorosa pero llena de determinación.

Los matones se giraron hacia ella, sus ojos llenos de hostilidad. "¿Y qué harás tú, mocosa entrometida?", gruñó uno de ellos.

Tsukui no se amedrentó. "¿Por qué no os metéis con alguien de vuestro tamaño?. No permitiré que sigan lastimando a este niño".

Sin embargo, la valentía de Tsukui no fue suficiente. Los matones, en un acto de crueldad desmedida, comenzaron a golpearla sin piedad. Sus puños llovían sobre ella, haciendo que cada golpe doliera más que el anterior.

Justo cuando parecía que Tsukui no podría soportar más, una figura misteriosa emergió de las sombras. Era Inui, quien era reconocido por los matones, y su presencia generó un escalofrío en el aire.

"¿Qué está pasando aquí?", preguntó Inui, su voz llena de una calma intensa pero amenazadora.

Los matones, temerosos de la reputación de Inui, comenzaron a retroceder rápidamente, abandonando su cruel ataque. Inui no dudó en propiciarles como consecuencia de estar en territorio ajeno a su banda con una fuerza que asustaba incluso a los más valientes, aunque manteniendo su característica cara inexpresiva

Una vez que los matones huyeron, el parque quedó en silencio. Tsukui, con el cuerpo dolorido y la respiración entrecortada, se encontró con la mirada intensa de Inui. A pesar de su rechazo inicial, sintió un destello de gratitud hacia él.

"Gracias", murmuró Tsukui, su voz apenas audible.

Inui asintió con la cabeza, pero antes de que pudiera decir algo, el niño que habían estado golpeando había desaparecido. El parque volvía a estar vacío, como si nunca hubiera sucedido nada.

Tsukui se levantó con la ayuda de Inui, pero no estaba dispuesta a aceptar más ayuda de él. Aunque agradecida, su determinación la llevó a rechazar cualquier forma de apoyo externo. Con un gesto de despedida, Tsukui se encaminó rápidamente hacia su hogar, dejando a Inui con una mezcla de curiosidad y otro sentimiento que no logró descifrar

En ese momento, la vida de Tsukui e Inui se entrelazó aún más, y el destino les había presentado un futuro que ninguno de los dos podría ignorar.

¿Les gustó este comienzo?

Házmelo saber ^^. Un saludo a todos ;))

Entre los suburbios. Inui x OcDonde viven las historias. Descúbrelo ahora