Se paró enfrente a su mesa y miró una vieja foto de él con su esposa.
La extrañaba tanto como a su hijo, el recuerdo del accidente lo obligaba a mantenerse despierto durante las noches, no podía creer que ya no los tendría nunca más en sus brazos, que aquella vez había sido la última vez que los vería.
—Hubiera dado todo por salvarlos... fui un imbécil— dijo mientras acariciaba la foto.
Después de haber tomado todas sus cosas y salir de aquella casa, el hombre entró a su galpón y tiró de una gran lona, debajo de ella estaba el viejo auto de su padre, lo había arreglado junto con su esposa; habían sido los mejores dos meses de su vida antes de perderla.
Suspiró y tomó la maleta, aunque aún no sabía a dónde iba a ir, pensaba alejarse lo más posible de la ciudad. Quizás comprar una casa en el campo o en algún lugar alejado de las aglomeraciones.
Ya no tenía ni a su hijo ni a su esposa, no tenía nada ni nadie, la soledad lo consumía, la oscuridad de su casa y el silencio lo ensordecía. Aquella vívida sonrisa que tenía se había borrado hace ya mucho tiempo.
Sabía muy dentro de sí que jamás volvería a ser la misma persona, estaba marcado de por vida.
Paró en una gasolinera a las afueras de la ciudad, llevaba conduciendo alrededor de 3 horas sin parar, quería alejarse lo más posible de aquel lugar.
Su memoria congelaba cada parte de su corazón, sentía náuseas, una sensación de asquerosas mariposas en el estómago que parecían motosierras golpeando y cortando su cuerpo.
Al costado del camino se escuchaban los grillos y se veían los bichos de luz.
Al verlos, lo único en lo que pensaba era en morir para poder reencarnar y ser un insecto insignificante; por las noches era ese único pensamiento el que lo hacía dudar una y mil veces de si podría seguir con su vida después de todo lo que había pasado.
Nadie podría llenar el vacío que sus muertes le dejaron, la soledad era lo único que le deparaba para el resto de su vida.
Tal vez ese pensamiento podría haber cambiado al conocer a Eva, una profesora de teatro la cuál había conocido en un bar que estaba al final de la calle.
Ella era todo lo contrario a las mujeres que habían en esa ciudad, todas tan bien vestidas, elegantes, "chic" como le dicen.
Eva le contó que su sueldo apenas le alcanzaba para comer y que la gran mayoría del dinero era destinado a su salón donde años atrás había dado clases. Ya nadie se interesaba en ella y su profesión , pero se negaba rotundamente a perder el lugar, a pesar de no dar clases aún esperaba nuevos alumnos.Después de hablar durante horas con ella, de contarle toda su vida, sentía haber conectado con aquella mujer, y que ella al igual que él, también se sentía así. Quizás el alcohol fue lo que le hizo pensar así pero no le importaba, se acercó a ella y la besó, se separaron y ella sonrió, le acarició el pelo acomodándoselo detrás de la oreja y le ofreció un trago que, sin dudarlo ni un segundo, aquel hombre destruido por la vida, dejó que por una vez en mucho tiempo, alguien más lo acompañara.
Después de un rato comenzó a ver todo borroso y estaba mareado, miró hacía todos lados y la mujer con la que momentos antes estaba compartiendo había desaparecido. Salió del bar, estaba completamente perdido, pero eso no lo detuvo; comenzó a caminar por una calle oscura, que parecía no terminar nunca, como si hubiese muerto y quisiera encontrar ese camino hacia una eternidad tranquila sin tener que huir de sus demonios, pero cuando logró ver bien, contra un poste de luz yacía el cuerpo inerte del bartender que lo había atendido hace poco menos de 2 horas. Era joven, no tendría más de 18 años, toda una vida por delante, ¿y por qué? solo el desquiciado que lo había matado sabía la verdadera razón. Lo había dejado tirado bajo la luz, con una pose extraña como en una exposición de arte, como si quién lo hubiera hecho quisiera demostrarle a todos que era un verdadero artista.
Sintió una puntada en el pecho, pero no llamó a nadie, simplemente siguió su camino, lo último que quería era verse implicado en otro homicidio.Casi dos cuadras después vió a la mujer que había desaparecido de su vista como si nada, se apoyaba bajo la tenue luz de una tienda abandonada y apenas se podía distinguir su silueta, pero él sabía que era ella.
Se acercó un poco más y la observó con curiosidad, su ropa estaba manchada de sangre al igual que sus manos, estaba cabizbaja intentando limpiarlas con su saco.
—Él me quiso asesinar primero, yo solo me defendí— Lo miró como si estuviera descifrando cada uno de sus pensamientos, como si supiera lo que él estaba sintiendo en ese momento. Por lo que se acercó y acarició su mejilla con la mano a medio limpiar.
—¿Me crees?— se acercó al hombre mientras sacaba la misma navaja ensangrentada, la cuál había usado un rato antes para asesinar al joven. Con desesperación el hombre caminó para atrás con las manos adelante suplicando
—Detente, por favor.—
—Simplemente quiero terminar con esto e irme a mi casa, tuve un día largo, no te resistas mucho así lo hacemos más fácil— Dijo la mujer mientras se acercaba a él con una sonrisa tétrica.Cuando estuvo lo suficientemente cerca, se abalanzó hacia el hombre clavándole la navaja en el pecho, sin embargo, a duras penas él logró tirarla al suelo, tomar la navaja y apuñalarla en el estómago, así quizás podría sentir lo que ella había provocado en él, esas mariposas que sintió cuando hablaba con ella en el bar, ahora, habían vuelto a ser motosierras, pero que ahora cortaban el cuerpo de aquella mujer que lo había hecho volver a ver los colores.
Estaba tan drogado que aquella mujer parecía de repente convertirse en su esposa, lo miraba fijamente, como si por dentro estuviera suplicando que saliera corriendo para que no lo atraparan.
—Por favor amor, no lo hagas de nuevo, yo te amo, piensa en nuestros hijos, porfavor, no lo hagas de nuevo, estamos de tu lado no importa lo que hayas hecho, quédate con nosotros——Fue un accidente mi amor, jamás los hubiera querido lastimar, porfavor, quédate conmigo, porfavor— El hombre trataba de arreglar lo que había hecho, intentaba tapar la herida y detener el sangrado, pero una risa macabra lo detuvo e hizo que todas las lágrimas que estaba aguantando cayeran sin piedad.
La mujer se burlaba, tenía total control sobre él provocando esos sentimientos mezclados, la sensación de nunca poder volver a tener una vida normal.—Eres un asesino, y todo el mundo lo sabe, jamás volverás a vivir tranquilo, vivirás toda tu vida huyendo, ¿por qué mejor no limpias de la faz de la tierra la escoria humana asquerosa que eres?—
—No sabes nada de mi vida, NO SABES NADA—gritó el hombre mientras la apuñalaba una y otra vez con todas sus fuerzas, por todos lados, mientras lloraba, gritaba y descargaba todo su sufrimiento —Nada... no sabes nada...—
dijo una última vez antes de levantarse y secarse las lágrimas con las manos ensangrentadas. La mujer que minutos atrás luchaba por seguir respirando, ahora estaba tendida en el suelo completamente desfigurada.
Esa imagen quedó en su cabeza.
Y de repente,
todo se volvió negro.
La música a todo volumen le taladraba los oídos, no sabía qué estaba pasando.
—Morí, he muerto, ¡amor! ¡hija! he venido por ustedes, salgan... no se escondan...—
—Señor, ¿se encuentra bien?, ya vamos a cerrar— <Esa voz... Es del bartender.>
—¿Qué?— fue lo único que alcanzó a decir.
—Ya estamos por cerrar señor, debería irse—
—¿Y Eva?—
—¿Quién es Eva?—
—La mujer que estuvo conmigo toda la noche—
—No sé de qué habla señor, usted estuvo solo todo el tiempo—
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Quebrado
TerrorUn hombre que perdió a su familia en un accidente de auto intenta rehacer su vida aunque todos digan que es su culpa, él lo sabe. Pensó enamorarse de nuevo, qué gran error. "...esas mariposas que sintió cuando hablaba con ella en el bar, ahora, ha...