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Estaba genuinamente confundido, había pasado ya una hora desde que aquel desconocido se le había acercado y ahora ya no estaban en la posición anterior, ahora la mano del contrario se posaba sobre su cintura con delicadeza tomando su mano de la misma forma manejando su cuerpo al ritmo de una melodía tranquila. Era el momento previo antes de la locura, la gente bailaba de acuerdo a la temática mientras aún bebían con cuidado de vez en cuando, podía ver como tomaban algunas fotos, esas eran netamente para Kim.

Solo estaba dejando que las cosas pasaran. Ya adentro no había forma de escapar e incluso si quisiera ser reacio ese chico parecía demasiado decidido a pasar la velada a su lado, había estado un buen rato convenciéndolo de bailar hasta que cedió. No era en absoluto un mal ambiente, tampoco el toque del contrario lo tenía verdaderamente incómodo, solo estaba existiendo en ese momento, aunque a veces por su mente pasaba un "¿por qué?", por qué estaba dejándose tocar por el desconocido cuando para Ricky aún había límites.

La noche estaba hecha para eso, se trató de responder en un momento.

La música cambió, seguía siendo clásica, pero más lenta. El contrario puso su mano más fuerte sobre su espalda baja pegándolo a él, soltó la mano que tenía sostenida y se deslizo hasta imitar la acción de su mano contraria. Ahora estaba siendo abrazado, apegado al otro con sus rostros cerca, pero no lo suficiente para tensarse. Con duda pensó su siguiente acción, no había mucho que hacer pues el agarre se sentía completamente posesivo y delicado a su vez, no podía quejarse cuando no lo estaba molestando, solo podía ceder una vez más enredando sus brazos alrededor del cuello. Sus pies nuevamente siguieron el ritmo, más lento, más cercano.

Sostuvo la mirada, no quería hacer sentir superior al contrario. Aunque sí, él estaba cediendo a cada maldita cosa que el chico solicitaba solo con sus acciones.

Delineó el rostro contrario, su antifaz era diferente el suyo, solo cubriendo sus ojos y nariz. A pesar de eso no podía reconocerlo. Otra vez lo observó, una mandíbula afilada, labios delgados puestos en una línea recta, su piel algo pálida; tenía que admitir que combinaba bien, el color rosa en la boca del contrario hacía un buen contraste con su piel e incluso con la masculinidad que la terminación de su cara emanaba. Bajó hasta el cuello, la notable manzana de adán estaba ahí, quieta. Exhaló, que mierda estaba haciendo.

—Me estás mirando demasiado— escuchó decir, mordió su mejilla dentro de su boca, carajo.

—No lo sabrías si tu no me estuvieras mirando también— pudo sentir como el cuerpo ajeno se tensó levemente, bien, al menos todavía podía responder dentro de sus cabales.

—Entonces no lo estás negando, me siento halagado— soltó—Tampoco puedo negarlo, incluso esa máscara no puede ocultar lo bonito que eres, estoy seguro que lo eres.

Se ruborizó, agradeció que esa cosa de plástico esté tapando la mitad de su rostro, sus mejillas hormiguearon y presionó aún más sus labios para no sonreír ¿Por qué tenía que ser tan directo? No respondió y solo siguió bailando, la melodía siguió, uno, dos y tres marcaba en su cabeza dejando que su cuerpo actuara. Otra canción sonó, esta la reconocía, pero como siempre, no estaba seguro de nada.

Sin siquiera notarlo levantó la mirada conectando con aquel, pudo ver con gran precisión sus ojos de color marrón intenso que también estaban puestos en los suyos, no se intimidó, no podía. Le sostuvo la mirada, sus ojos eran almendrados y con un brillo diferente, no iba admitirlo en voz alta, eran preciosos.

No supo cuanto tiempo estuvo así, no quería dejar de mirarlo para no hacerle creer al contrario que, nuevamente, estaba siendo más que él en la situación. Si alguien lo iba hacer era ese tipo, no él. Y como si el contrario supiera de sus intenciones no lo hacía tampoco, lo estaba haciendo titubear por la intensidad que la mirada poseía, ojos fijos como si incluso no pestañeara. Lo que no sabía es que no estaba siendo exactamente una competencia, uno estaba hipnotizado por la belleza del otro.

enchanted - haobinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora