Capítulo 3: The Forest Street

15 5 3
                                    

—¿Qué vamos a hacer en The Forest Street? —no demoró en preguntar Beerman.

—Vamos a ver al jefe para que nos hable de ese tal T.B.M —contesté sin mirarle—, y si se puede hoy mismo le haremos una visita.

—Estás loco, Marcus. ¿Quieres que nos violen como-?

—¡Ay! —lo interrumpí de golpe— ¡No... vuelvas a mencionar eso! —le ordené mirándole a los ojos molesto—. Y no. Haremos una visita casual para ver sus intenciones con nosotros. No haremos el otro tipo de "visita".

Con "otro tipo de visita" me refería a buscarlos con la intención de matarnos a tiros con ellos, algo que no nos gustaba hacer nosotros mismos, pero de vez en cuando tocaba.

—Menos mal. Quiero mantener mi integridad anal hasta mi muerte.

—Cállate, Beerman. No lo volveré a repetir.

—Está bien, puto amargado.

Entramos al distrito comercial de Silver Eye City, y ahí ya sabíamos lo que se venía.

—Sujétate, Beerman —le avisé.

—Lo sé. Solo déjame- —Beerman se golpeó con el vidrio de la ventana cuando Ice volteó muy fuerte en el callejón—. ¡Hijo de puta, me golpeé la cabeza por tu...! ¡Y TIRASTE MI MALDITA CERVEZA!

Me reí, ver a Beerman enojado cuando se emborracha era muy gracioso.

—Lo siento, pero el señor Rose te avisó que te sujetaras —dijo Ice. Pude ver una sonrisa en su rostro.

—¡Siempre me haces lo mismo! ¡Cuando baje de este auto te voy a matar!

Ice ignoró a Beerman y siguió manejando a toda velocidad dando curvas y derrapes a través de los callejones por los que The Forest Street era conocido, además de llamarse así por estos mismos callejones, en los que era fácil perderse sin saber las rutas y leyes. Aunque nos beneficiaba las personas perdidas, ya que siempre se meten a los callejones para huir de algo: su pasado, su casa o incluso la policía. Y muchas veces lo que hacemos es ofrecernos a sacarlos a las personas perdidas que encontramos, hablarles bonito en una charla agradable, tratar de ofrecerle trabajar para The Black Rose si vemos que tiene potencial, o solo le ofrecemos una gran muestra gratis de nuestro producto, la cantidad perfectamente medida para que se vuelva adicto y así venga a nosotros por más. Cuando le ofrecemos cualquiera de las dos ofertas y se niega a ambas: lo matamos. Cuando acepta, es vigilado por un tiempo para evitar que sea un espía. Y si un adicto ya no puede pagarnos o se vuelva muy indiscreto con nuestro producto: lo matamos.

No nos andamos con rodeos en The Forest Street. La seriedad y la disciplina es fundamental, en esta parte de nuestro territorio especialmente, para que este negocio funcione. Si algo sale mal o hay un error, ELIMINAMOS ese error, sea de la manera que sea. Hasta ahora todo ha salido bien, no nos damos el lujo de fallar y aquí.todos.conocen.las reglas.

Salimos de los callejones entrando en el corazón de The Forest Street, calle del glamour y el consumismo. Pasamos por varios establecimientos brillantes y llamativos de ropa, joyería, restaurantes; establecimientos de renombre.

—¿Nunca te pareció que The Forest Street es un lugar muy llamativo pero aburrido? —me preguntó Beerman rompiendo el silencio—. Los lugares para la gente rica me desesperan por eso.

—No decías lo mismo la primera vez que nos pagaron y te gastaste todo comprando chaquetas.

—¡Las calles son muy frías! Odio el frio, me dan ganas de meterme a un horno y convertirme en jabón.

—¡Beerman!

—Ya ya, perdón.

Lugares como este les gustaba más que todo a personas como Konrad, Sulphuric o el jefe; nosotros éramos más de pasar tiempo en Black Buffalo.

Llegamos a Highest Garden, un sitio muy importante para nuestra mafia.

—Señores, llámenme cuando se vayan a ir. Voy a pasar parte de mi tiempo vacío por ahí —avisó Ice saliendo del auto.

—No te preocupes, lamebotas. Nosotros te llamamos —contestó Beerman.

Ice se fue caminando y entramos a Highest Garden. Nos quedamos esperando a que el jefe nos atendiera cuando le avisamos a su secretaria sobre nuestra visita.

—Beerman.

—¿Qué? —me respondió con los ojos cerrados.

—¿Crees que al jefe le interese esta situación con T.B.M? —pregunté después de haberlo pensado un rato.

Él me miró como si estuviera haciendo una pregunta tonta, y contestó:

—Si él cree que es importante de alguna manera obvio que le va a interesar —Y volvió a cerrar los ojos.

—Tal vez ni sepa sobre la existencia de T.B.M.

—¿Por qué lo dices?

—Porque nunca nos habló de esto, y él siempre nos informa de cosas que sean de vital importancia.

—Entonces esto tal vez no sea tan importante, ¿puedes dejar de decir tontería y calmarte? Lo que sea que el jefe sepa lo sabremos en unos minutos.

—Espero que el jefe no nos esté escondiendo nada.

—Exageras mucho, Marcus. Tal vez y hasta estamos creando una tormenta en un vaso de agua.

—Supongo, pero- —Dejé de hablar en cuanto escuché la puerta abrirse y salió la secretaria del jefe.

—Señores, el jefe ya va a atenderlos. Pueden pasar y esperar unos minutos más afuera de su despacho —nos avisó la hermosa pelinegra de vestido azul, estereotipo de secretaria.

—Gracias, July. —Beerman se volteó hacia mí y me hizo una señal con la cabeza para que entráramos.

—Vamos entonces.

Dogs of Wars: The Black Rose and The Blood MoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora