¡Mátame Albus! ¡MÁTAME!
¡Calla! ¡Si eres tú el que me mata a mí!
¡¡Qué me traigan a la serpiente!!
El parque temático de Hogwarts vuelve a abrir sus puertas. Miles y miles de fans de todas las edades lo recorren a diario. Familias enteras de muggles llegan con los ojos abiertos como platos y el corazón en un puño pensando en la posibilidad de conocer a sus personajes favoritos. Que no es algo fácil, pues lleva meses de espera en una interminable lista de personas de todo el mundo. Entre los más solicitados están Harry Potter, claro está, Hermione Granger, los gemelos Weasley, Draco Malfoy que incluso lleva su propio equipo de seguridad para evitar desastrosas situaciones con las fanáticas. El único que no esperaba tales admiradores era el profesor Snape. Nunca habría imaginado el cambio tan radical que sufriría su vida luego de que la autora finalizase la saga de libros. Él no esperaba regalos, ni cartas, bueno a lo mejor las cartas de amenazas y las cartas ofensivas si, pero... cartas de ¿amor? ¿agradecimiento? ¿Cartas donde sus fans le explican lo mucho que les ha cambiado la vida gracias a su personaje? Y eso no es lo peor, no, lo peor para Snape eran las fans jóvenes que lo visitan a diario en el castillo. Interminables y kilométricas colas de chicas y mujeres dispuestas a aguantar horas y horas en pie para conocerle. Para verle pasar y simplemente pensar, sentir que él es real... Bueno muchas de ellas lo que buscaban eran otras cosas totalmente ridículas y absurdas que sacaban de quicio a Snape. Así era ahora su vida, una locura descabellada y sin sentido.
Snape no se atrevía a salir de los servicios del restaurante. Había pecado de imprudente y pensando que el tiempo lo esperaría, entró un segundo al lavabo de caballeros de una de las áreas de descanso del recinto del parque temático. Él supuso que uno o dos minutos le bastaban para volver a la lúgubre mazmorra, pero estaba equivocado. A sus fans con medio segundo les sobraba para dejarlo desplumado en medio de la calle. Y así fue como la campana de apertura sonó y el recinto quedó totalmente abierto al público. Snape al salir vio por todas partes chicas vestidas igual que él, chicas con sus fotos, con una imitación de su varita. Chicas con pancartas con su nombre, chicas con pelucas pelirrojas, chicas y más chicas totalmente obsesionadas con él. De inmediato volvió a entrar al servicio, asustado, totalmente acojonado por la horda de locas que se le iban a echar encima hoy. A veces incluso pensaba en medicarse para soportar aquel martirio de horas y horas encerrado en su despacho atendiendo a miles y miles de fans. Terriblemente cansado y enfadado pensó en cómo iba a volver al castillo. No se le permitía hacer magia en el recinto por razones de seguridad y tampoco podía "aparecerse". No pretendía morir entre aquellas chicas que le arrancarían hasta los huesos si lo cogían pero... Tenía que volver al castillo.
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𝑆𝑛𝑎𝑝𝑒 𝑦 𝑠𝑢𝑠 𝑓𝑎𝑛𝑎́𝑡𝑖𝑐𝑎𝑠
FanfictionDesde que el colegio fue descubierto por J.K. Rowling la vida de Severus Snape se ha vuelto un infierno. Sus fans llegan cada día dispuestas a todo por conocerlo, dispuestas a expresar todo lo que sienten por él. Severus no se imagina lo locas y pel...