Susurros Malditos

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Hacía exactamente un mes que se habían mudado a la gran casona ubicada en las colinas del pequeño pueblo de Wizard. Todo iba como lo habían planeado, a excepción de los pequeños episodios de locura que acarreaban al Señor Landon y que atemorizaban a Martha. Apenas tenían unos tres meses de casados y luego de su luna de miel decidieron alejarse del bullicio de la ciudad y establecerse en el campo.

La casa que habían adquirido era una gran propiedad, había estado vacía desde hacía algunos años, eso era lo que le había dicho su suegro.

Todo concurría con total normalidad hasta que llegaba la noche. Exactamente, cuando el reloj marcaba las 9:00 PM, Landon, se transformaba en un ser irreconocible e irracional. Las voces en su cabeza no lo dejaban un segundo en paz, le susurraban cosas extrañas, que hacían que se golpeara la cabeza contra las paredes en unos vanos intentos de callarlas.

Como se venía siendo costumbre, la pareja se encontraba preparando la cena, Era el único momento de tranquilidad que tenían en todo el día.

—¿Qué ha decidido sobre lo que hablamos? —le pregunta Martha a su esposo.

—Lo pensé, pero no creo que sea algo por lo que tenga que visitar a un especialista.

—¡Qué no! No sabes las veces que he tenido que encerrarme en una habitación por miedo a ti —le reprocha Martha preocupada—. Sabes lo que es vivir con miedo de la persona que debería cuidarte.

—No seas exagerada, no es para tanto —Lando como siempre ha hecho, le resta importancia al asunto.

—Landon, has tratado de matarme varias veces, me has perseguido con un cuchillo mientras repites la misma palabra varias veces. Matar, matar, matar —el miedo era notorio en el rostro de Martha, no podía evitar que un escalofrío le recorriera el cuerpo cada vez que recordaba esos episodios.

—No recuerdo nada de eso, ¿cómo podría querer asesinarte? Por Dios, eso no tiene sentido.

—Solo quiero que hables con algún psiquiatra. Es lo único que te pido, por favor.

—Bien, lo haré, aunque no te prometo nada.

Luego de esa pequeña charla cenaron en total silencio, cada uno metido en algún rincón aislado de sus caóticas mentes. Después de varios minutos, Martha se levanta de la mesa y se marcha hacia la habitación. No tiene ganas de recoger los platos sucios, se siente cansada y solo piensa en recostarse.

Al pasar varios minutos en completo silencio siente que alguien entra a la recámara y su único movimiento es mirar con pavor el reloj, 7:30 pm. Un suspiro de alivio invadió su ser y armándose de valor se sienta en la cama.

Observa toda la habitación y su mirada se detiene en un pequeño bulto negro sentado en un rincón. Su corazón empieza a martillar en su pecho y unas pequeñas perlas de sudor resbalan por su frente.

Hace puño la sábana en su regazo y armándose de valor menciona el nombre de su esposo.

—¿Landon? —llama, pero no obtiene ninguna respuesta y eso la pone más nerviosa— ¿Landon eres tú? —esta vez la figura se incorpora y empieza a caminar.

Martha empieza a respirar de una manera errática, unas cuantas lágrimas empiezan a descender por sus mejillas. Siente miedo, mucho miedo, quiere gritar, pero siente cómo algo aprisiona su cuello obligándola a recostarse nuevamente. La figura se transforma en una espesa nube negra y que se cierne sobre ella.

No puede moverse, siente sus manos y pies aprisionados, su garganta quema y observa con horror como en su cuerpo se empiezan a dibujar varias líneas negras. Intenta moverse, pero es en vano, quiere gritar, pero es como si su boca estuviera sellada.

Nacidos del AbismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora