Capítulo 19

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Habían pasado dos semanas desde aquélla noche, con Aristóteles había decidido qué lo mejor era guardar distancia, Alex volvía mañana de su viaje de negocios, los cuales cada vez eran más seguidos, a veces tenía miedo qué me dejara plantado en el altar por un viaje de negocios, en estos últimos 3 días me había sentido mareado, cansado y casi siempre con náuseas.
Aristóteles vendría a ver a paulina hoy a pedido de mi hija, que lo extrañaba demasiado con Aristóteles habíamos tomado la decisión de qué no pasarán tanto tiempo juntos ya qué pronto me casaría y paulina no podría pasar tanto tiempo con él, al principio Aristóteles se había negado y paulina le lloró a Aristóteles para que no aceptara.
-paulina tenemos qué hablarte sobre algo importante.-Dije cuándo cenábamos.-con Aristóteles tomamos una decisión.
-¿Qué decisión?.-dijo mientras tomaba un poco de su ensalada.
-Aristóteles suspiro, indicándome qué yo le tendría qué decir.-Paulina lo mejor será qué no veas a Aristóteles tan seguido.-En cuanto terminé paulina abrió los ojos cómo platos.
-pero... papá , Aristóteles verdad qué tu no aceptaste esa decisión, polita diga le a mi papá qué es una mala decisión.-Suplicaba mi hija a su abuela con lágrimas en sus ojos, esa escena me rompía el corazón pero era lo mejor.
-Lo siento paulina no puedo hacer nada al respecto, si me disculpan los dejo para que se arreglen.-Dicho eso se levanto y salio por la puerta.
-Aristóteles por favor no aceptes.
-lo siento princesa es lo mejor.-habló Aristóteles cómo si estuviese apunto de llorar.
-No quiero qué te vallas, no me quiero alejar de ti..-dijo abrazando a Aristóteles mientras lloraba en su pecho.
-No lo hará paulina , voy a estar aquí, nos seguiremos viendo, te amo princesa.-le dijo mientras secaba sus lágrimas.
No pude evitar soltar unas lágrimas por la estúpida decisión qué tomé por el bien de mi hija, la había hecho sufrir por una estupidez mía, el timbre sonó y paulina bajo corriendo al abrir la puerta enseguida se tiro a los brazos de aquél hombre, a mi cuerpo llegaron unas inmensas náuseas, de repente mi vista se torno oscura y los ruidos se esfumaron.
Mi cuerpo se sentía tan pesado, quería abrir mis ojos pero no lo conseguía, cuando al fin lo pude hacer una luz me cegó haciendo qué los cerrará automáticamente, estaba en un hospital era tan predecible.
Sentí qué la puerta se abrió dejando ver a una joven con un traje blanco, supuse qué era una enfermera.
-disculpe, señorita me podría decir ¿por que estoy aquí?.-había tomado por sorpresa a la joven, lo pude notar al ver como dio un leve brinquito al momento de escuchar mi voz.
-¡señor temo ! A despertado, ¿como se siente?.-dijo acercándose a mi.
-bien, ¿me podría responder mi pregunta?, ¡por favor!

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