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Alejo observa de reojo la escena que acontece justo a su lado y no puede evitar morderse el cachete inferior con fuerza.

Nunca pensó encontrarse en una situación así.

Se hallaba reunido con su familia en el predio de la AFA rodeado de todos sus compañeros, cada uno con sus familiares haciendo exactamente lo mismo que él: Despidiéndose. Esto debido a que estaban por arrancar viaje directo al estadio 'Único Madre de Ciudades' situado justo en Santiago, y a pesar de que en la ciudad se volverían a encontrar, aquello no evitaba que el viaje fuera largo con muchas horas sin comunicación.

Junto a su familia, charlando animadamente, se encontraba nada más ni nada menos que la familia Soulé-Malvano, aquella que prácticamente era su familia también. No porque tuviera una gran relación con Matías, sino más bien porque era su cuñado.

Y a eso se debía su malhumor. No podía quitar los ojos de la parejita, mirando como el pelinegro rodeaba con ambos brazos a su hermana, los dos riendo tontamente por las palabras del resto.
Alejo, mientras tanto, detallaba con sus orbes cada accionar del jugador de Juventus; como los ojos del chico se achinaban al reír, la nariz formando pequeñas arruguitas en su puente, y una enorme sonrisa plasmada en su rostro dejando a la vista toda una hilera de perfectos dientes.

Pero además de ese problema que le dejaba un mal gusto de boca, Véliz tenía otro conflicto. Uno interno.
Ese que le pedía respuestas.

Él no sabía, ni tampoco lograba comprender porque le molestaba tanto verlos así, porque lo hacía enojar tanto el contacto físico que constantemente los jóvenes mantenían, o peor, las palabras de amor que se dedicaban en el día a día.

Al principio, había creído que eran típicos celos de hermano mayor, que lo que le dolía era ver como su hermanita a la que él creía tan pequeña ya tuviera novio, y que encima fuera un compañero suyo. Para amargarlo aún más, el saber que fue gracias a él que se habían conocido.
Pero después, cuando esto fue perdurando en el tiempo, las dudas comenzaron a hacer presencia en su cabeza, atormentando su mente.

A este punto ya ni le prestaba atención a su hermana, todo lo que hacía era mirarlo a él. Y más se lo facilitaba el hecho de que Matías, aprovechando la estadía en Argentina, se había instalado prácticamente en su casa. Por lo tanto tenía que soportar la presencia del chico las 24 horas del día, y eso no le disgustaría tanto sino fuera porque ambos chicos, su hermana y él, se la pasaban compartiendo saliva todo el tiempo. Para Alejo definitivamente no existía algo más asqueroso que el ruidito de ambas bocas moviéndose simultáneamente e intercambiando fluidos.

Le daban ganas de vomitar.

Un suave toque en su brazo lo saca de sus pensamientos, volviéndolo a la realidad. Gira su rostro hacia su costado izquierdo, observando como su hermana lo mira con sus cejas elevadas y como luego inclina su cabeza hacia un lado señalando algo. Es entonces, que se da cuenta de que le habían hablado.

Sonríe en dirección a la mujer que lo mira expectante, y un poco avergonzado decide que es momento de confesar.
" — Perdón, no escuche — ". Se disculpa.

Una tierna risa sale de la rubia señora, madre de Soulé.
" — Decía, que me imagino que van a dormir juntos ahora — ". Su tono de voz es suave y un destello de ilusión brilla en sus ojos.

El hombre a su lado, su marido, la rodea con un solo brazo por sobre sus hombros y agrega:
" — Los cuñas — ".

Alejo sonríe, pero es una sonrisa tensa y con dientes apretados, mientras que al mismo tiempo presiona su lengua con fuerza contra el paladar.
Se siente mal inmediatamente al saber que no está siendo sincero, pero hay algo en ese término que le desagrada, que no le termina de cerrar.

jealousy, jealousy - Véliz x SouléDonde viven las historias. Descúbrelo ahora