Después de ser revividos con ayuda de los dioses del nuevo mundo, los dioses que perecieron en el campo de batalla empezaban a regresar a sus rutinas. Administrar sus dominios y ponerse al tanto de todo lo que paso durante su ausencia. También descubrir que los Einherjer vencieron en el ragnarök, y debido a eso se les concedió el privilegio de vivir en el Valhalla con viviendas propias pero cercanas.
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Así es como Poseidón, después de saber lo acontecido durante su muerte es como regresa a sus labores. Ahora que la humanidad ha sido perdonada y viven con intenciones de mejorar su convivencia con los dioses. Es por ello que las ofrendas a su persona no han dejado de llegar, y aunque la mayoría son de su agrado sabe que faltan cosas. Oraciones de marineros por aquí, oraciones de nadadores por allá.
-¡Que alegría verte de nuevo hermano!- afirmo Zeus con evidente emoción viendo entrar a Poseidón, quien había organizado un almuerzo para sus hermanos mayores en un forma de bienvenida. Poseidón solo se limito a observar a los demás sentados. –Pensé que te ibas a negar Poseidón- comento Adamas quien se encontraba entre Zeus y Hades. Poseidón solo lo ignoro, de hecho no habría ido, si no fuera porque fue chantajeado por parte de Hades.
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Lo primero que hizo Poseidón al resucitar fue buscar a quien le dio muerte, Sasaki Kojirō. No entendía si era por el enojo de haber sido asesinado por un humano, porque le haya dicho que su existencia era solitaria o porque aquel viejo le llamo la atención no solo en su forma de actuar, de pelear si no también en su apariencia. La mayoría de sus amantes eran de cuerpo esbeltos, grandes pechos, una cintura pequeña y de piel blanca, así que el sentirse atraído de forma sexual al nipón lo ponía un poco molesto, estaba seguro de que sabía lo que le gustaba. Parece que no.
Ahora que iba por los terrenos del Valhalla con la mente un poco más tranquila, sabía que aquel humano llamo su atención y que no lo quería para un aventura –Tal vez me estoy precipitando...- murmuro cerca de lo que parecía una laguna.
Observo el perfecto atardecer que se reflejaba en el cuerpo de agua, lo cálido que se sentía el viento. Y fue ahí donde lo vio, con los pies cruzados a la orilla del mar, el cabello suelto con los ojos cerrados. Meditando.
-Hola Poseidón- saludo Sasaki sin dejar su posición, era de esperar que notara su presencia, lo sintió por su fuerza o tal vez por otra razón. No contesto y solo se acerco a donde estaba para poder apreciarlo mejor, su piel morena y con arrugas que dejaban en claro el paso del tiempo, claro, es un humano. Su pecho descubierto por la abertura de su yukata y las cicatrices de batallas en vida.
-Sabes, es de mala educación no contestar un saludo niño...- reprendió Sasaki que al fin dejaba ver su ojos castaños, nadie creería que la primera persona que Poseidón vio a los ojos fue a un viejo humano. Ni cuando tenía intimidad miraba a los ojos a las ninfas, las ponía en cuatro y mantenía su cabeza contra la cama.
-Levántate y pelea conmigo, aquella vez me ganaste por pura suerte- ordeno con tridente en mano, Sasaki suspiro y se puso de pie; -Ya te gane, además, no pienso que creas en la suerte- menciono alzando sus manos en forma de derrota. –Y sobre todo, no traigo conmigo un arma. No hay necesidad de mostrar nada niño- comento con la intención de irse del lugar pero su camino se vio obstruido por el tridente de la deidad marina.
-Deja de llamarme niño, soy un dios, muestra respeto- exigió Poseidón mirando a Sasaki. Si fuera un niño no sería capaz de darles placer a sus amantes si es que lo deseaba. –Oh, es que tu cara grita niño- bromeo Sasaki cubriendo su risa, su cara era tan linda que parecía la de un niño que no sería capaz de romper un plato pero, su cuerpo. Era otra cosa.