Reencuentro

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Poco a poco la oscuridad fue desvaneciéndose en ella y la luz fue bienvenida

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Poco a poco la oscuridad fue desvaneciéndose en ella y la luz fue bienvenida. Con lentitud la cansada mujer abrió sus ojos. Ya era de día y la frescura de la leve brisa le decía que aun era muy temprano en la mañana. Joan intento levantarse, pero el dolor regreso para recordarle que aun estaba herida. En ese instante sintió una mano tocarle el hombro derecho. Al girarse vio con sorpresa que se trataba de Bechy quien se encontraba sentada a su lado. La chica sonrió y sus ojos se iluminaron como estrellas. Se había pasado toda la noche cuidándola, negándose a retirarse de su lado. Esa noche lograron resguardarse de los peligros en un imponente árbol de grueso tronco y enormes raíces que se dispersaban hacia los lados en forma de manos.

—Hola mi dulce de canela—dijo Bechy con gran alegría—. No deberías moverte mucho, te cerraron la herida de nuevo.

—Hola...—respondió Joan aun dudando lo que veía—. ¿Eras tu la que vi en la noche?¿Y Andrés, esta bien?

—Si, ambos estamos bien. Esta hablando con los soldados—respondió Bechy señalando hacia él. Creo que deciden a donde ir.

—Pensé que nunca los vería de nuevo—dijo Joan mirándola directamente a los ojos.

Lagrimas bajaron del rostro de la debilitada mujer. Bechy se arrodillo delante de ella y le tomo las manos con suavidad. Joan le toco el rostro con tanta ternura que Bechy respiro profundo como liberando una enorme carga. Una sonrisa se había dibujado en ambas cuando Hendricks llego con alimentos en sus manos.

—Buen día—dijo Hendricks al acercarse—. ¿Cómo te sientes Joan?

—Adolorida, pero sobreviviré—respondió ella con un repentino cambio de humor.

—Me alegra saberlo. Te cerré la herida lo mejor que pude pero debemos encontrar la forma de que no ocurra otra vez. Tomen, les traje algo de desayunar. Son solo comida seca del ejercito, pero peor es nada.

—Gracias—dijo Bechy.

—Deben comerlo rápido—advirtió Hendricks—. Nos iremos en pocos minutos.

—Un momento—dijo Bechy con seriedad—. Ella necesita descansar un poco mas.

—Eso lo sé—respondió Hendricks—. Pero debemos movemos o ellos nos encontraran. La ayudare a seguir el viaje, pero tenemos que irnos.

—Se lo agradezco—respondió Bechy.

—No tienes que agradecérmelo—respondió Hendricks—. Bien, te ayudare a levantarte cuando estés lista.

—No hará falta, Bechy me ayudara—aseguró Joan con una mirada seria hacia Hendricks.

La doctora abrió las manos en señal de no desear discutir, pero era evidente que no le agrado la forma como la trato Joan. Bechy lo noto de inmediato pero a Joan no le importo. La chica de maltratado cabello negro con un mechón de tenue tono azul cruzo sus brazos mientras observaba a Hendricks dirigirse hacia los soldados. Andrés se mantenía vigilando los alrededores a la vez que hablaba con ellos.

El Reino De Los Malditos: Juego De DiosesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora