Viajeros

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 Con las primeras sombras de la noche los dos viajeros emprendieron su misión

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 Con las primeras sombras de la noche los dos viajeros emprendieron su misión. Asadd guiaba el dúo con el mapa y una atenta Bechy cubría la retaguardia. Su viaje era facilitado por los lentes de visión nocturna que poseían. Para Bechy, quien no sabia sobre equipo militar usarlos le causaba incomodidad. Asadd le había dado un curso rápido en como usarlo. Aun así era difícil para ella. Pero la ventaja de utilizarlos superaba esa molestia. En poco tiempo su trayecto los coloco en contacto directo con los seres que había convertido la isla en su reino. Un gran numero de cadáveres vagaban en dirección opuesta a la que ellos venían. Asadd realizo un gesto con su mano y ambos se cubrieron entre la maleza a su derecha quedando cubiertos de los seres. Este encuentro con los moradores del bosque seria uno preocupante.

—¿Se dirigen a la base?—preguntó Bechy inquieta.

—No creo que se les haga tan fácil, no hemos llegado aquí con facilidad.

— Pues sigamos, podemos seguir sin ser vistos.

— No tan rápido.

—¿Por qué?—preguntó Bechy.

—Por él—advirtió Asadd señalando hacia un árbol.

La mirada de Bechy siguió la mano del soldado para entonces percatarse a lo que se refería. Entre las ramas de dicho árbol un solitario Dretchs daba caza a los muertos. Este lucia distinto a los demás. Era de gran tamaño y su forma de moverse era distinta a la de los demás Dretchs vistos hasta ese momento. Asadd le prestó mucha atención a la criatura de piel clara. Descubrió que tenia una gran herida parecida a un desgarre en su costado izquierdo. La lesión era la causante de su extraña postura y parecía dificultarle el movimiento.

—Mira bien, esta lastimada—le mencionó Asadd—. Se ve torpe y veo una herida.

—Eso parece—respondió ella al fijarse en el ser—. Hay que matarlo.

—¿Como dices? es muy riesgoso, pueden haber mas de ellos cerca.

—Si los hubiera ya estarían aquí. No hemos escuchado sus rugidos, ni siguiera el los hace—aseguró ella viendo al Dretch que descendía con dificultad—. Si no nos deshacemos de el ahora, podría atacarnos después y traer mas de sus amigos. Y es mas, creo saber como hacerlo.

El soldado la miró con seriedad y luego de escucha la idea observó de nuevo la escena delante de ellos. Después de estudiarlo estuvo de acuerdo en seguir su estrategia. Una que Bechy ya había realizado con Andrés y Joan. Seria una copia de la anterior. Lo atraerían para que bajara del árbol y lo eliminarían lo mas rápido posible. Pero en este caso Asadd propuso un cambio. Lo iban a incapacitar y dejarían que los muertos cercanos terminaran con el. De esa forma los cadáveres se enfocarían en el y su rival desaparecería. El plan parecía fácil y Bechy estaba dispuesta a servir de señuelo de nuevo. Pero esta vez esperaba que fuera más simple. Asadd se colocó detrás de un grueso árbol a decenas de metros de distancia de Bechy. Al recibir la señal la chica salio de su escondite y empezó a gritarle a ser que al verla descendió lo mas rápido que pudo dirigiéndose hacia ella.

—¡Prefieres la carne fresca maldito!—le gritó Bechy al comenzar a correr—.¡Mas vale que estés listo!

Para la fortuna de la chica, el Dretch era lento y pudo tomar una ventaja. Incluso tuvo que detenerse y provocarlo más para que la alcanzara. Al pasar por el árbol por donde se encontraba Asadd, este lanzo un golpe con su machete el cual impacto una de las piernas del ser. Acto seguido le amputó la otra dejándolo incapaz de moverse.

—¡Larguémonos de aquí!—le dijo a Bechy jalándola del brazo.

La bestia se revolcó del dolor pero demostrando una agresividad descomunal, el Dretch intento por todos sus medios seguirlos. Rugiendo se arrastró clavando sus garras en el suelo y lanzando mordiscos desesperados. Por suerte ningún ataque logro alcanzarles. En cambio los muertos cercanos lograron llegar a el y aunque elimino a uno de un fuerte zarpazo fue devorado por los restantes seres podridos. Su cuello fue desgarrado y sus entrañas esparcidas mientras se dividían la carne. Desde donde se encontraban Bechy y Asadd veía como detalle lo que pasaba.

—No importa cuantas veces lo vea, es asqueroso, lo están haciendo pedazos—dijo Bechy—. Como odio ese olor de su sangre, en realidad apesta.

—Al menos nos deshicimos del desgraciado ese—comentó Asadd—. Si tan solo se mataran entre ellos sin importarles nosotros.

—Si así fuera todo seria mas sencillo. Pero creo que disfrutan de nuestra carne.

—Sea como sea debemos continuar. Tu plan fue uno bueno, aunque un poco riesgoso.

—Bueno, si te sirve de algo esta vez lo disfruté más. El desgraciado no era tan rápido. Y buen trabajo, le diste en su madre.

—Jajaja. Gracias, ¿Ahora debo ver como limpio este machete? Rayos tienes razón su sangre apesta—admitió Asadd al olerla.

Luego de asegurarse de que los muertos no los seguían los viajeros reanudaron su marcha. En esta ocasión caminaron con mucho cuidado por un terreno dificultoso. Tuvieron que subir varias colinas de considerable tamaño, atravesar dos claros tratando en todo momento de no ser detectados por los muertos que se encontraba en su travesía. Se acercaron entre la maleza hasta llegar a un grupo de árboles delante de ellos. Al salir y ver sus alrededores Asadd haló con fuerza a Bechy y se cubrió con ella de regreso en la vegetación.

—Maldición—dijo Asadd en voz muy baja—. No podremos pasar por aquí.

Bechy lo empujo un poco molesta. Pero al mirar en la dirección que Asadd lo hacia también los vio. Un escalofrió le corrió por todo el cuerpo. Tratando de decir algo acerco su mano al arma que tenia. Asadd ya tenia su rifle listo y le quitaba el seguro a este.

—¿Qué haremos?—preguntó ella asustada.

—Hay que buscar la forma de rodearlos—advirtió Asadd.

—No había visto a tantos desde que escape de la ciudad.

—¿Pero por que se reúnen aquí?—se preguntó el soldado.

—Quizás saben que estamos aquí—respondió Bechy cansadamente.

Sus miradas se enfocaron en el claro que tenían delante de ellos. Ante sus ojos un enorme enjambre de muertos se movía hacia el oeste. El grupo podía sobrepasar varios cientos de ellos. En realidad daba la impresión de que lo cubrían todo. Entre ellos decenas de respiradores se podían diferenciar. En ocasiones empujaban a los muertos a proseguir. Era como si ellos guiaran al grupo.

—¿Porqué Dios nos odias tanto?—se preguntó ella.

El Reino De Los Malditos: Juego De DiosesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora