Jiro paseaba por la academia sin saber exactamente qué hacer, puesto que aquella llave que tenía no servía para una mierda, incluso pensó en tirarla o algo por ser inútil.
Entró a la oficina del director, husmeando un poco para ver sí había algo interesante por ahí, puesto que no tenían autorizado hacerlo, pero pues como le importaba un pepinillo si se moría o no, la regla se la pasó por dónde no llega el sol.Movió cosas de lugar, debía haber algo ahí que no estuviera viendo. Y oh vaya que así era; una puerta sospechosa se encontraba al final, muy bien escondida detrás de cajas. Tiró éstas sin importar el contenido que tuvieran dentro, metiendo el objeto y rezando que fuese para esa puerta.
Por suerte así fue, abriéndose con suma facilidad ante él. Una alarma sonó por todo el lugar, y aquella irritable voz se escuchó.
──── ¡Queridos alumnos! Jiro al fin utilizó sus pocas neuronas y ha desbloqueado una puerta. ¿El lugar? averiguenlo, no todo lo daremos en bandeja de plata, malditos ineptos.... en fin, ¡Bye bye! ──── su risita se escuchó, burlándose de ellos descaradamente.
Llegaron la mayoría en la ubicación donde se encontraba Jiro, algunos siendo ayudados por sus compañeros, y otros simplemente siguiendo al resto por mero instinto. Al parecer el pelirrojo se esperó un poco para ver si al entrar alguien iba a caer un ladrillo o algo, mínimo servirá de conejillo de indias esa pobre alma.
Primero entró Kian, notando cosas empolvadas y cajas maltratadas, como si las hubieran colocado sin cuidado...
lentamente se acercó a una que estaba en medio, notando en su interior residan fotografías de....¿Qué?
¿Qué?
¿Cómo?
¿Por qué?Quedó paralizado, mirando fijamente aquello y con eso, haciendo preocupar a sus compañeros, por lo que Majo decidió entrar y ver qué fue lo que Kian había visto. Sacó el contenido: cartas arrugadas y viejas, así como unas fotos donde aparecían rostros muy conocidos. Al ver las cartas, se dispuso a leer algunas y otras entregarlas para que las vieran.