They aren't Dating. [KatsuDeku]

I

La serenidad no era algo que se encontraba a menudo dentro de la faena de la profesión de un héroe. Aquello exigía de momentos llenos de paz que no fueran interrumpidos por preocupaciones de tamaños descomunales como las constantes batallas contra villanos y el peligro secundario que traía ser una figura pública, no se estaba nunca a salvo completamente. Sin embargo, desde hace un año y medio de haber vencido a Shigaraki y todo rastro completo del All for One, no se presentaba un ataque demasiado peligroso por parte de personas que hacían un mal uso de sus quirks y las organizaciones que se formaban a raíz de ello.

No es como si se pudieran relajar un poco por eso, los daños aún estaban siendo reparados y los ciudadanos todavía se sentían muy nerviosos al respecto incluso en ámbito internacional, la historia de Japón había traspasado fronteras debido a los héroes de otros países que fueron en su ayuda y la gran catástrofe había protagonizado todos los noticieros marcando un gran precedente.
Sumar lo anterior a la vida estudiantil de unos adolescentes de último año de estudio era la combinación perfecta para días sin descanso emocional que sorprendentemente no se veía reflejado en el combate. Si se lo preguntan, también era parte del entrenamiento que hacía un héroe saber cómo mantener alejados sus asuntos personales de su vida profesional, cosa que tenía en común con los demás oficios profesionales. Sin embargo, aquellos que todavía no se han graduado siguen pasando por el proceso de madurez en múltiples aspectos, y como cualquier ser humano corriente, los atisbos del amor se asomaban por los pasillos y en miradas cómplices que podían notarse desde la distancia.

¡La juventud no tenía límites! Porque aún cargando con muchas responsabilidades, los sentimientos jugaban el papel principal en cualquier tipo de relación. Sólo bastaba aceptarlos para saber cómo lidiar con ellos, ese era el paso correcto para no caer completamente en la desesperación. Porque, así como el amor y amistad iban y venían con rapidez, las crisis existenciales sí que estaban al pendiente de cualquier altibajo para arrasar.

Ya saben, llorar días enteros envuelto en cobijas porque el amor apesta ya sea por ser rechazados o porque no se es lo suficientemente valiente para confesarse. En algún punto, es extraño que las personas del curso de héroes tuvieran las suficientes agallas para enfrentarse a gente que no titubeaba en lastimar o incluso matar, pero a la hora de decir un lindo y cursi "me gustas" temblaran hasta hacer sus órganos papilla.

Eso también los hacía ver como bolitas adorables y asustadizas por ingresar a la vida romántica juvenil.
Excepto que eso último sólo era para una perspectiva totalmente ajena. Para los involucrados las cosas se cerraban en dos caminos; el fracaso o el éxito.
Así que entrar en el conflicto amoroso era una cuestión de la cual no se podía salir tan fácilmente, sobre todo porque la mayoría de personas contaba con el apoyo de familiares y amigos que de alguna manera presionaban para que siempre los acontecimientos apuntaran a la realización de un cuento de hadas, donde todos obtienen el "Vivieron felices para siempre, fin."

Pero lamentablemente —o tal vez no— esto era la vida real en donde los protagonistas vivían con inseguridades pesadas y tenían defectos que, si bien no les restaba su valor como personas, les causaba muchos más obstáculos de los necesarios.

Obstáculos qué tal vez podrían convertirse en problemas mayores.

—¡Joder, Izuku! ¡Trae tu trasero de vuelta y afronta las consecuencias! —los gritos de Katsuki resonaron por el corredor principal del segundo piso de la academia.

Tal vez en problemas de cabellos rubios y puntiagudos.

Los gritos hicieron cerrar los ojos a más de un estudiante que andaba por ahí. En realidad, había muchas personas caminando, recién había sonado la campana que anunciaba la hora del almuerzo o el pequeño momento de libertad como preferían llamarle.